domingo, 1 de enero de 2012

PARA NORGE LUIS VERA Y PARA CARLOS MANUEL

M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón

Como cualquier cubano... simplemente cubano, aún conservo la angustia que me produjo aquella llamada telefónica, un jueves casi por la noche: “Vera está muy mal. Chocó en su auto con un camión en la autopista. No sé más detalles, pero está muy mal”.
Colgar y volver a llamar inmediatamente al hospital, y a médicos conocidos,  especialistas, a los Puestos de Dirección más diversos fueron acciones consecutivamente.
Que como santiaguero la angustia fue mayor sería una muestra de regionalismo, porque cualquier cubano desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, aun sin amar el béisbol, sintió mucha pena por la tragedia de Norge Luis Vera, uno de los mejores pitcher cubano de todos los tiempos.
Las noticias que siguieron han llenado de esperanza a todo el pueblo cubano, que casi en su inmensa mayoría respira béisbol. Y otra llamada me alertó:
“Busca en Cubadebate, que publicaron una crónica hermosa sobre Vera”.
Cuando terminé de leer lo único que sentí fue no tener delante de mí al periodista, o estudiante de periodismo (para mí ya es un periodista de calibre), primero para agradecerle como santiaguero y luego, como colega, ponderar su texto. Felicitarlo y decirle que Norge Luis le estaría también muy agradecido.
Entonces reproducir en este sitio una crónica tan hermosa y hecha con tanto sentimiento es la mejor forma de reconocer a Carlos Manuel. Y seguramente también con él, celebrar que el estelar lanzador de las Avispas y del “Cuba” mejora con estabilidad. Además una joya como esta nunca estará fuera de tiempo.

STRIKE 3: UN HOMBRE DE VERDAD

Por Carlos Manuel Álvarez

Cuando Vera lanzaba, yo pensaba que me iba a morir. Era, por si no le bastara el talento, pura belleza.
Salía con sus medias altas y su melancólica elegancia y casi como un ritual preparaba el box, aquel redondel de tierra donde dejaba de ser un pitcher para convertirse en un incesante despliegue de formas. En una demencial acrobacia de luz.
Con los spikes removía el suelo, lo medía. Luego se inclinaba y tomaba la pez rubia o miraba la pizarra o se ajustaba el uniforme, nada de suma importancia, hasta que se acomodaba la gorra y con su mirada imperturbable, una mirada de comerciante persa, se paraba de frente al plato e iniciaba, praxitélicamente, su endiablado windup.
Otros hablarán del Duque. Porque también subía la rodilla a la altura de la visera. Y se contorsionaba. Y a la gente le parecía que después de lanzar, no tendría forma de zafarse del enredo.
Pero el hombre que yo vi fue Norge Luis Vera. Es decir, más o menos lo mismo, aunque a mí siempre me parecerá mejor. Un bailarín del pitcheo. Que es en el beisbol la mayor de las artes. Si uno mira cualquiera de sus fotos, puede que lo confunda con Fred Astaire.
Cuando Vera lanzaba, yo me ponía duro frente al televisor. Su slider congelaba el ambiente. Era como un cuchillo de circo, siempre a la altura de las rodillas. No malgastaba lanzamientos. No intimidaba con su presencia. No gesticulaba más de lo normal. Era un estoico, un tímido, un romántico.
Dos héroes tuve de muchacho. Alexei Maresiev y Vera contra los Orioles. Dos cosas me deslumbraron. La belleza de Milady de Winter y, como ya dije, aquel windup. Dos cosas me sedujeron. La vida de Huck Finn y la mirada dura de comerciante persa.
Llegué a pensar, inocentemente, que Vera me decía algo a través de la pantalla. Pero después supe que no. Que no miraba hacia ningún lugar. Y que sus ojos tristes y su quijotesca ingravidez eran extrañas expresiones de su virtuosismo.
Cómo Vera, a pesar de ser un pitcher ganado por lo reflexivo, un pitcher que llevaba en el rostro la huella indeleble de la sabiduría, lograba ser implacable, es algo que no logro entender. Un pitcher inteligente, muy inteligente, y no por eso menos impetuoso.
Todavía lo veo, así, con el 20 en la espalda, con toda la carga a cuestas, alzando la rodilla, ladeando el rostro, soltando el brazo a tres cuartos, girando las muñecas a favor del tiempo, uno, dos, varios segundos… y la slider cayendo largamente, en un sitio impreciso que no es, pero que bien pudiera ser la eternidad.

1 comentario:

  1. Colega

    Cteo que Vera se recuperará por suerte. Que clase de atleta!. Te felicito por tu blog, me gusta mucho el título. Te enlacé al mío, La isla y la espina

    Feliz 2012
    Reinaldo cedeño

    ResponderEliminar