Sobre la deserción de los hermanos Gourriel del equipo cubano de béisbol
M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón
Santiago de Cuba,
febrero 8.- ¿Asombro
porque los hermanos Gourriel dejaron la delegación cubana en Santo Domingo?
Para nada. Ellos hicieron lo que les dictó su conciencia, que evidentemente se
mide en “cantidad de verdes” y porque tienen pleno conocimiento de que la
palabra de orden es “Money” en el sitio para donde van.
Nunca me ha llenado la cabeza el hecho de que Fulano o
Mengano dejen su tierra, por buscar otros horizontes. Si uno hace una
valoración desapasionada de las cosas llegará a la conclusión siguiente:
Si se fueron es porque en verdad no querían estar en Cuba;
si no querían estar en Cuba, difícilmente jugarían con pasión y total entrega
en el terreno.
No pongo en duda la calidad de Yulieski ni de Lourdes Jr.,
pero tampoco me llenaron los ojos y la boca como los de quienes no se han
cansado de decir que son lo máximo en la pelota. Aún hay mucha historia por escribir que avale
eso que se dice. Por lo tanto, ojalá que a ambos les vaya bien.
Pero ¿qué necesidad tenían estos muchachos de hacer esa
chapucería, cuando todo el mundo: hasta los norteamericanos, sabe que más
temprano que tarde Cuba se va a insertar en las Grandes Ligas y se adelantan
conversaciones para que los peloteros cubanos puedan jugar en MLB? ¿En realidad
tenían tanto apuro?
Como mismo no me inmuta que el más sonado en cualquier
esfera haga sus bártulos y emprenda viaje, igual pienso que quienes en verdad
aman a su tierra y a esas cuatro letras sagradas: CUBA, no le aplaudirán a
nadie dejar el puesto, cuando contra mil obstáculos y carencias, el país sacó
casi de donde no había para iniciarlos, formarlos, y dotarlos de buena técnica.
Peor aun es que luego de hacerse de un nombre y del cariño
popular, esas habilidades y categoría conseguidas con el respaldo del Estado, Ud.
se la niegue al país y las ponga al servicio nada más y nada menos de quienes
durante más de medio siglo prácticamente nos han ahogado en necesidades. Eso solo
tiene un nombre: traición, aunque las circunstancias ahora permitan definirlo
de mil maneras.
No solo los Gourriel, sino los que con actitudes similares les
han precedido en cualquier campo de la cultura, vista esta como todo lo creado
por el hombre, han traicionado el amor de un pueblo noble y abnegado como el
cubano, que por su estoicidad se ha ganado el respeto del mundo.
No hay rencor de ningún tipo. Que les vaya bien. Pero ya
ellos y los otros han demostrado lo que moralmente valen. Deportivamente, científicamente,
artísticamente valen millones. Moralmente, la cuantía no daría ni para un
cucurucho de maní.
Por suerte nuestro pueblo es de la estirpe del inmenso José
Martí, que visionariamente dijo:
“...Hay
hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como
en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el
mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad
de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en
sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible
contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los
hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero,
va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.”
Cuba es
una tierra donde proliferan esos hombres sagrados. Por eso nuestro béisbol se
repondrá de cualquier bache, porque lo llevamos en el corazón y hay muchos
hombres con decoro que seguirán jugando a la pelota para beneplácito de Cuba. A
los otros, la historia les pasará la cuenta.
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