sábado, 7 de diciembre de 2013



SOÑAR DESPIERTO CON 
FORMELL Y LOS VAN VAN  

M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón

Juanito Formel, leyenda viva de la música
Santiago de Cuba, dic. 6.- La única agrupación musical, cubana o extranjera, que ha logrado reunir alrededor de 200 000 personas en la Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo, en esta ciudad, ha sido Van Van, con su timonel al frente: Juanito Formell.
Fue en el año 2006. Eran pasadas las 22:00 horas y desde lo alto de la plazoleta, incluso por encima del escenario, la visión era formidable. Para los más avezados y directivos del lugar fue la concurrencia más formidable que recuerda esta urbe.
¿Qué motivó que ‘medio Santiago de Cuba’, junto con personas de todos los municipios santiagueros, de varias provincias cercanas, y prácticamente todos los extranjeros de paso por la ciudad acudieran a encontrarse con Formell y Van Van?
Sencillo: lo que simbolizan la orquesta y su director y fundador: la cubanía en la música, elevada a planos estelares, a una depurada excelencia vocal e instrumental aun y cuando lo que se escucha,  sea una recreación de lo más popular.
Formell es un innovador y no se descubre nada con esto, pues lo hizo público desde su irrupción en 1967 en la orquesta del maestro Elio Revé, y tan pronto como armó su “tinglado”, en 1969,  que denominó Los Van Van.
Hasta el nombre del grupo tiene su componente cubanísimo: Formell, Puppy Predroso y José Luis Martínez, uno de los primeros cantantes del conjunto, reposaban en medio de un campo de caña, donde participaban en una de las Zafras del Pueblo. Aspiraba Cuba a producir en esa oportunidad, 10 millones de toneladas de azúcar y se entronizó en el pueblo la consigna ¡Los 10 millones van!
Buscaban los tres un nombre para la orquesta. Martínez, proveniente de tríos tradicionales, quería algo sublime; Pupi habló: "Los 10 millones van, entonces Van Van”. Y Formell agregó “Sí, pero como un verbo: Los Van Van”. Y por ahí comenzó la leyenda.
A punto de entrar en el año 45 de incesante bregar, Los Van Van y Juanito son una realidad inobjetable dentro de la historia musical cubana; son, además, el puente que une lo tradicional con la actualidad, y en su paso hacia la madurez profesional han arrastrado con ellos a un público bailador por excelencia, y al mismo tiempo conocedor de cuándo está frente a lo excepcional.
En el Concierto por la Paz, en La Habana
Por eso, generaciones en el país, y en diversos escenarios del mundo, encuentran en la orquesta de Formell la realidad cubana, mucho más cuando es recreada por una leyenda viva como es su director, cronista de su tiempo quien trasmitió a su agrupación, desde el inicio, la sabiduría de enriquecer el son –común denominador en sus creaciones--  con elementos del changüí, que extrajo de su época junto a Revé, y del rock, el jazz… en fin lo que se conoció como songo.
Trabajó –y trabaja—las voces como si fueran las de un cuarteto, y varió el uso del contrabajo acústico por el bajo eléctrico; experimentó con la organeta y con la flauta de sistema en vez de la de cinco llaves…
Es lógico que todo aquello bien armonizado, que esas obras que reevaluaron el sonido de la charanga tradicional mediante la percusión del Yulo, de Changuito y el tumbao del piano de Puppy Pedroso, además de los trombones incorporados en los años 80, diera como resultado una música eternamente popular y cubana; una sonoridad que se ha impuesto en los cuatro puntos cardinales del mundo.
En el 2000, con “Llegó Van Van”, Formell gana el Grammy anglófono; aquí en Santiago de Cuba, en ocasión del multitudinario concierto en 2006 que hizo época, dijo que esos galardones son también un reconocimiento a todos los que han transitado por la orquesta:  José Luis Quintana (Changuito), Raúl Cárdenas (El Yulo), César Pedroso (Pupi), Fernando Leyva, Jesús Linares, Orlando Canto, José Luis Cortés (El Tosco), Julio Noroña, Gerardo Miró, William Sánchez, José Luis Martínez, Miguel Ángel Rasalps (El Lele)… por mencionar algunos. Con ellos, y con los más contemporáneos, generaciones en Cuba y en otros sitios del planeta   han bailado y disfrutado con el sonido Van Van.
Hace pocas semanas, en Los Ángeles, Juanito recibió el Grammy Latino a la Excelencia, un reconocimiento de esa academia a la obra de toda la vida del director de Los Van Van.
Los Van Van: el  Tren Musical de Cuba
Estos galardones, que se multiplican en países diferentes, lo único que hacen es confirmar, porqué en 2006 una noche, 200 000 santiagueros reverenciaron a Formell; y norteamericanos y cubanos residentes en Estados Unidos, se desviven por la música de Juanito, algo que se ha repetido a lo largo de más de 40 años  en México, Venezuela, Colombia, Perú, Chile, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, Martinica, Guadalupe, Brasil, Uruguay, Argentina, Estados Unidos, Canadá, España, París, Holanda, Roma, Bégica, Suecia, Londres, Copenhague, Alemania, antigua Unión Soviética, Bulgaria, Rumanía, la exChecoslovaquia, Japón, Puerto Rico...  
Tanta popularidad, tanta cubanía, tanto gracejo criollo hecho música con el sello Van Van y Formell han movido multitudes al compás de sus temas inolvidables de los primeros álbumes, y luego con otros como El Baile del Buey Cansado, Qué Pista, Anda, Ven y Muévete, La Habana Sí, Eso Que Anda, Al Son del Caribe, El Negro No Tiene Nada, Crónicas, Aquí El Que Baila Gana, Disco Azúcar, Lo Último en Vivo, Ay Dios, Ampárame; Esto Te Pone la Cabeza Mala, Llegó Van Van, Chapeando, Empezó la fiesta…   
Tomasa Despaigne, una mulata joven y robusta, bailaba y reía a sus anchas, mientras en la Plaza de la Revolución en Santiago de Cuba, Juanito Formell y su orquesta hacían valer el título que le impuso el público cubano: El Tren Musical de Cuba.
Tomasa solo dijo unas palabras, antes de continuar su desenfadado golpe de cadera: “Bailar con Los Van Van es como soñar despierta”.



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