domingo, 5 de febrero de 2012

MUCHA AGUA ENTRE VICTORIA Y SUNERIS 
 
M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón

Santiago de Cuba, feb 5.- Hay maneras diversas de medir las épocas: por las modas en el vestir, por los adelantos tecnológicos, por las variables en el clima, por los cambios sociales... Yo encontré una original: por el agua. Y la apliqué a dos generaciones bien distantes, y resultó que por ese líquido tan esencial se puede hasta contrastar la vida y el pulso de una población en dos momentos.
En todo lo precedente meditaba, mientras cerca de mí se desarrollaba una reunión peculiar: la gente de un barrio de esta ciudad sur oriental de Cuba, evaluaba el trabajo realizado por entidades estatales y la ayuda de la población, para estabilizar el suministro de agua potable a esa zona de la localidad.
Los vecinos de Veguita de Galo aprobaron la obra

Así, los vecinos del reparto Veguita de Galo, en el sur de esta urbe, pedían la palabra y opinaban: unos ponderaron la intervención de líderes locales que laboraron como un obrero más; una mujer distinguió el hecho de que un vecino ofreciera su casa como almacén de materiales y llevara un control de estos, al estilo del mejor estadístico.
Una señora opinó sobre el porqué ella entendía que al inicio hubo cierto atraso en la obra; otra se refirió a la colaboración masiva del pueblo, y un dirigente político de la provincia resumió ese aspecto, cuando dijo que luego de la incorporación de la población a los trabajos, él no tuvo la más mínima duda de que el proyecto terminaría con éxito. Así ha ocurrido también, en otros barrios y repartos.  
Entonces el pueblo decidió y el sector hidrométrico de Veguita de Galo fue declarado como listo. Allí ahora siempre hay agua y es un  triunfo más dentro del proyecto del acueducto de Santiago de Cuba, o lo que se conoce aquí como la Obra del Siglo.
Esta ciudad que cumplirá medio milenio dentro de tres años (2015) vino a tener acueducto... mejor: una parte de la urbe vino a tener acueducto a inicios de la anterior centuria.
Y así transcurrió el tiempo y los desgobiernos de la época republicana, con sus robos y desvíos del dinero para obras públicas le traspasaron a la Revolución triunfante en enero de 1959, una red hidráulica envejecida y muy deteriorada, en la que se perdía más del 60% del agua que con mil dificultades entraba a la urbe. Por ende, muchas zonas de esta localidad santiaguera se pasaban días, o una semana, o una quincena sin recibir el líquido. Y en algunos lugares ni llegaba.  
Veguita de Galo es un asentamiento poblacional surgido en lo que fue una finca. Naturales de España y su descendencia echaron raíces en este lugar, de ahí que el sector donde precisamente tuvo lugar el referido acto se le llamara en un tiempo España Chiquita.
La topografía aquí es enrevesada: más bien es hoy un laberinto de calles, bocacalles, callejones, cuestas empinadas... Sobre perímetro tan difícil creció el lugar, y también sus barreras naturales como obstáculo para una distribución adecuada de agua. Entonces podían transcurrir muchas jornadas sin que a las pocas redes existentes llegara el líquido.
Victoria tiene 97 años y el último tercio de ese tiempo lo ha vivido en Veguita de Galo. Para ella y su prole la falta de agua llegó a constituir un valladar insalvable, a pesar de las iniciativas familiares: cisterna, horadando  el suelo; aljibe, para “recoger” el agua lluvia  mediante canaletas metálicas sujetadas en el borde de la cubierta de zinc de la vivienda. En más de una ocasión la idea de irse a vivir a otro sitio quedaba como única opción.
Victoria no bajó al acto por su edad, y más que eso por la falta de la visión resultante de un glaucoma hereditario. Pero desde el sillón, en el balcón de la vivienda, escuchó complacida las palabras de la gente del barrio.
A su lado, en brazos de Yudy, biznieta de Victoria, está la inquieta Suneris. Tiene apenas un año y con torpeza da los primeros pasos y balbucea sus primeras manifestaciones orales. No comprende, por lógica, tanta gente allá abajo en la calle pero aplaude chocando sus manitas y al menos grita y llama la atención, y sin saberlo es parte de la alegría popular.
Suneris, para su suerte, es de esta época en que el trabajo del pueblo y la voluntad de la Revolución acaban de resolver en la ciudad, un problema que data de casi un siglo.
Para la pequeña no habrá preocupaciones con el agua. El Estado cubano ha invertido una suma multimillonaria para hacer casi totalmente nuevo el acueducto de Santiago de Cuba, la Obra del Siglo.  
Pero Victoria sí sabe la trascendencia de lo que han hecho y cuánto representa para su tataranieta y para la familia santiaguera. Por eso está feliz y acepta que su época de infortunio con el líquido nada tiene que ver hoy con la felicidad de Suneris, la misma dicha de más de 11 700 pobladores de Veguita de Galo, quienes ayudaron a colocar en todas las direcciones, más de 30 kilómetros de redes y más de 50 kilómetros de acometidas, a un costo aproximado de 4 700 000 pesos. Es ahí la diferencia entre dos períodos y la razón para que haya tanta agua entre Suneris y Victoria.
 

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