sábado, 5 de noviembre de 2011

Con “Gracias a la vida” ganan certamen radial en Santiago de Cuba


M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón

Santiago de Cuba, nov 5.- Una crónica basada en la canción Gracias a la vida, de la vocalista y poeta chilena Violeta Parra, se alzó con el premio de Programa Variado del 3. Festival de Realizadores de Cine, Radio y Televisión Félix B. Caignet.
El certamen finalizó el pasado 29 de octubre en esta ciudad y evaluó más de 100 obras llegadas desde 11 provincias cubanas.
Ado Sanz, popular locutor y conductor de espacios de TV y radio en Santiago de Cuba, puso su voz, la dirección y el guión a “Gracias a la vida”; la actriz invitada fue Zeida Vázquez; la asesora, Esther Pina Calderón, y el realizador de sonido, Yoandris Valeris.
 “El programa estuvo inspirado en la obra Gracias a la vida, que forma parte del álbum Últimas Composiciones. Ese fonograma cumple 45 años en este 2011, de ahí mi interés por recrear un espacio radial con ese tema”, dijo Sanz, quien argumentó más:
“Esa canción es emblemática, es un himno humanista y siempre me ocupó la mente esa paradoja que significó que alguien capaz de hacer algo tan bello, tan humanista, repito, entonces se quitara la vida.”
Transcurría el año 1967 y el viernes 3 de febrero, con medio siglo de existencia y tantas cosas hermosas aún por escribir,  Violeta decidió, en medio de una depresión desencadenada por fracasos amorosos y problemas económicos,  prescindir de la vida en el interior de la carpa La Reina.  
“El hombre al que amaba se marchó a Bolivia y ella fue hasta allá y lo encontró casado; la carpa de La Reina, en la que soñaba levantar un santuario de la música folclórica chilena, afrontó insalvables problemas económicos. Todo esto la deprimió de tal manera que la llevó al suicidio.”
Violeta Parra ama la música; es cantante, pintora, escultora, bordadora y ceramista... Es la folclorista más importante de Chile, donde, además, es la fundadora de la música popular del país.
Refleja en su obra el progreso de la canción popular, y con sobrada razón constituye un referente en el ulterior progreso de la música chilena.
Datos sobre la artista sitúan su nacimiento en 1917, en la localidad de San Carlos, aunque ya a los tres años su familia se traslada a un suburbio de Santiago. Hija de un maestro y folclorista y de una campesina humilde que en la ciudad comenzó a ganarse la vida cosiendo, Violeta Parra desde su edad más tierna empezó a cantar en sitios públicos, para ganarse la vida. En esos trajines musicales anda cuando comienza a aficionarse por la guitarra, que será hasta su muerte, la compañera eterna y más fiel. 
Graba sus primeros discos cuando termina la década del 40; tiene preferencia por el vals; forma la compañía Estampas de América y recorre Chile, en un itinerario en que capta lo esencial de la canción campesina, que luego le servirá para temas de alcance continental y mundial como Gracias a la vida o Los pueblos americanos.
Canta y crea insistentemente; rinde homenaje a la poeta Gabriela Mistral con Verso por la despedida a Gabriela; ahonda en el folclor chileno del que es un paradigma. Y cuando en 1966 graba Carpas de La Reina y Últimas composiciones nadie se imagina cuán cercano está el fin de la talentosa chilena.  
“Una vida así, las canciones que compuso, y su apego por la música folclórica de su país fueron una inspiración para el programa”, explicó Ado Sanz, y continuó:
“Hago un recorrido por la estructura musical y semántica de la canción Gracias a la vida; utilizo 16 versiones, por ejemplo las de Omara Portuondo, el Orfeón Santiago, Plácido Domingo, la griega Nana Moscourí, Marcela Pérez Silva, Soles Jiménez y Rosario Flores, de España...
“Repaso el contenido del número, e intercalo detalles de la vida y obra de Violeta; hablo de la influencia de su hermano Nicanor para que ella profundice en la música folclórica chilena... Y tengo que hablar también sobre el trabajo de Yoandris Valeris, el realizador de sonido: es de lo más acabado que he escuchado... incluso pensé que ganaría en su categoría, porque está hecho con inteligencia y profesionalmente.
“Por ejemplo, Valeris pone a Lucecita Benítez cuando dice ‘Gracias a la vida’, y corta e incluye a Alberto Cortés: ‘... Que me ha dado tanto’. Y así lo fue haciendo con toda la canción a lo largo del programa, para cerrar con el original de Violeta Parra.”
Ado Sanz escogió bien el modo de rendir homenaje a una mujer eterna: Lo hizo con la canción quizás más bella de Violeta Parra. Cuando Ado nació, en 1966, pocos meses después murió la folclorista chilena más conocida en el mundo. Pero Sanz creció escuchando Gracias a la vida, pues entró a los 7 años de edad en el sistema radial santiaguero, al que siguió el Club Juvenil de la Radio, y luego el canal televisivo Tele Rebelde. En fin, en los 38 años que lleva frente a los micrófonos, de algún modo Ado Sanz ha disfrutado del tema que Violeta inmortalizó.
Para el aún joven locutor, guionista y director de programas, M.Sc. en Ciencias de la Comunicación e ingeniero en Tele Comunicaciones; ganador cuatro veces del Gran Premio en los festivales nacionales de la radio; triunfador en los festivales Lloga In memoriam; Premio Espacio de la Publicidad Cubana; Premio Abril otorgado por la Unión de Jóvenes Comunistas, constituye una satisfacción haber ganado en el “Félix B. Caignet” con el tema de la chilena.
“Quien escucha bien ese poema musicalizado de Violeta, jamás lo olvida”, dijo mientras se colgaba de la solapa el “Lavalier” o “micrófono balita”, segundos antes de entrar al set de la TV santiaguera.
En verdad nadie lo olvida. Yo le oí Gracias a la vida a la argentina Mercedes Sosa, una noche de principios de la década del 70, en el patio del antiguo Ayuntamiento, frente al Parque Céspedes, en Santiago de Cuba, y jamás se ha borrado de mi mente la imagen de la también folclorista, no por su vestido amplio y blanco ni por su guitarrista acompañante todo de negro sino por la vehemencia que texto y voz se trasmitían, mientras escuchábamos:

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el oído que en todo su ancho
Graba noche y día grillos y canarios
Martirios, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con él, las palabras que pienso y declaro
Madre, amigo, hermano
Y luz alumbrando la ruta del alma del que estoy amando
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro el bueno tan lejos del malo
Cuando miro el fondo de tus ojos claros
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto
Gracias a la vida, gracias a la vida


 

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