domingo, 6 de octubre de 2013

Academia de Artes Plásticas José Joaquín Tejada



S.O.S. ACADEMIA… 
DE ARTES PLÁSTICAS

Texto y foto: M.Sc. Miguel A. Gaínza

Santiago de Cuba, octubre 6.- De los cantos del hombre primitivo lógicamente no quedan grabaciones; de sus bailes, lo que nos imaginamos. Pero en ciertos lugares de las entrañas de la tierra se conservan muestras del arte pictórico de los primeros humanos. Por tanto, las artes plásticas nacieron casi con la aparición del hombre en La Tierra. 
Ese nexo casi natural entre el hombre y la pintura prevalece desde los albores de la humanidad. Y si Cuba tuvo en la “San Alejandro” de La Habana la primera academia de artes plásticas, a Santiago de Cuba le cabe el altísimo honor de contar con la segunda del país que cumplirá 80 años en 2015 pues abrió sus puertas el 13 de septiembre de 1935.
Solo el rumor de que la Academia de Artes Plásticas pudiese ser trasladada a otro sitio de la región oriental disparó el amor propio de quienes ni conciben el hecho de que la “José Joaquín Tejada” abandone el entorno santiaguero. ¿Capricho? ¿Regionalismo? De ningún modo. 
MUCHA HISTORIA
Historia y resultados son el aval de la Academia, como parte de una trayectoria hermosa que nada ni nadie puede soslayar.
La escuela abre sus puertas en el inmueble marcado con el número 6 de la Calle Heredia (altos), con Antonio Fernández Millán como su primer director, y un claustro de lujo: Mario Sauri García, Gerardo González Ramírez (secretario), el inolvidable profesor Orozco…, quienes decidieron otorgar la condición de directores de honor a tres íconos de las artes en la ciudad: José Joaquín Tejada, José Bofill y Luis Desaugles “por su contribución al desarrollo artístico de la ciudad”.
En 1945, el centro pasa a llamarse José Joaquín Tejada, luego del fallecimiento del célebre pintor santiaguero, y es adscrito al Ministerio de Educación, de ahí el mismo programa de estudios que en la “San Alejandro”.
En apretada síntesis, su historia señala que “en 1954 se traslada al antiguo Caserón del Intendente, lugar que ocupa hasta que en 1960 vuelve a funcionar -luego de un tiempo cerrado por las luchas insurreccionales- pero en el local que ocupa actualmente la Secundaria Básica Espino Fernández, para en 1962 ser trasladado al sitio que ocupa actualmente” en lo alto de la Loma del Kake, en el corazón de un barrio aledaño a la bahía.
AGUILERA Y LA ACADEMIA
José Julián Aguilera Vicente, uno de los cinco maestros de la plástica, hijos ilustres de Santiago de Cuba, fue director de la Academia y es también, uno de los más enconados defensores de preservar el centro.
“Es la segunda escuela después de San Alejandro y surgió con los profesores de aquí, y desde aquí ayudamos a crear centros similares en Holguín, con Hermógenes Trenard Caulead, Walfrido Lago Shelton… pintores escultores… William Martínez Bauza.
“Aportamos profesores para Guantánamo, Bayamo, Manzanillo, Las Tunas; apoyamos con profesores, el desarrollo de la cerámica en la Isla de la Juventud… Casi todos los plásticos santiagueros y un buen número del resto de las provincias orientales salieron de aquí.
“En la escuela se hacía toda la propaganda gráfica que siguió al triunfo de la Revolución; las máquinas de grabado para el Taller de Holguín las llevó Berta Bonne… Si perdemos la escuela va a ser una catástrofe. Los cinco maestros Hijos Ilustres de esta ciudad pasamos por allí como profesores, además de René Valdés, Ferrer Cabello, Raúl Alfaro, Hermógenes Trenard, Julia Valdés; allí se graduaron Alberto Lescay, Carlos René Aguilera, Marta Mosquera, Lobaina, Tamayo… El Taller Cultural lo fundó la escuela; de aquí salió parte del material humano que nutrió al DOR (Departamento de Orientación Revolucionaria), los talleres de artesanía del INIT… 
“Contratar profesores artistas por semestre, hacer planes de estudio contemporáneos, sin hojarascas; mantener un claustro actualizado, estimular a los artistas para que se incorporen  pueden ser medidas que ayuden al centro… Hay que reproyectar esta escuela que es una de las más amadas en la ciudad.
“Un poquito más de sensibilidad siempre será bueno, y en fin esta batalla por ‘levantar’ la escuela hay que ganarla en Santiago de Cuba.”
DE LA COMUNIDAD Y PARA LA COMUNIDAD
Cuando Luisito, Kito y otros muchachos del barrio escalaban la Loma del Kake  para buscar entre los arbustos y echar a pelear enormes lagartijos rabiazul con impresionantes arañas peludas, también le dedicaban una ojeada al edificio que coronaba la elevación, en medio del reparto Mariana de la Torre, en el sur de la urbe.
Conocían que de allí salían pintores y eso los motivaba, porque temperas y colores no eran desconocidos para algunos del grupo, que finalmente terminaron en las aulas de la “José Joaquín Tejada”. 
De hecho hoy se impone insertar más la Academia en el barrio y que vuelva a ser como antes: parte de este. Incluso hay que cambiar el barrio mediante las artes plásticas que es como sacar la escuela a la calle. Y multiplicar las acciones comunitarias. El claustro tiene que reflexionar sobre cómo hacer brillar nuevamente  un centro donde hoy hay más profesores que alumnos.
Sobre este aspecto y otros, Carlos Sánchez Calzado, director de la escuela, habló de esta enseñanza que es especial y muy costosa. ¿Por qué hay solo 23 alumnos en la matrícula actual? ¿De los municipios pueden acceder alumnos al centro? ¿Cuál ha sido la mayor matrícula? ¿Con qué nivel sale el alumno de aquí? ¿Qué hacen para vincular la escuela y la comunidad?
“Como parte de la reorganización de la Enseñanza Artística y sobre la base del Lineamiento 164 que señala la racionalización de la enseñanza por territorio, se hizo la proyección de matrícula, con la participación de los consejos provincial y nacional de las Artes Plásticas y el CENEAR. Así se aprueban las cifras y se determinó que fueran cuatro estudiantes por captar. Para nosotros es muy poco pero la escuela no determina. Incluso conocemos que en algunas provincias no se captó ningún estudiante.
“Aquí llegamos a tener 123 alumnos que yo recuerde, hace como cuatro años y estaba incluida la especialidad de teatro pero esta pasó a la EVA.
“Tenemos capacidad en instalación y claustro para más de 100 estudiantes. Los municipios sí tienen acceso pero de acuerdo con la norma no se captó en ningún de estos. Hay quejas por ejemplo de Contramaestre y San Luis que son cantera y que pudieron aportar muchachos.
“De nuestro centro los alumnos salen con nivel de técnico medio.
“Nos hemos propuesto realzar el vínculo con la comunidad y está el proyecto ‘Amanecer’ con alumnos de escuelas primarias, atendidos por profesores nuestros. Es un encuentro semanal durante dos meses. Vamos a cerrar con un evento y una exposición con trabajos de las escuelas. Hay otro proyecto con la comunidad, denominado La Edad de Oro; es con el primer nivel de la enseñanza primaria (de primero a cuarto grados) en Vista Alegre.”
¿Algo más?
“Conocemos que se decidió por el Ministerio de Cultura mantener la Academia en Santiago de Cuba. También se han manejado ideas de reubicar la Academia en la EVA. Aquí hay talleres, instalaciones montadas, máquinas y herramientas y espacio suficiente para estudiantes, incluso internos.”
NUESTRA FECUNDA  FÁBRICA
DE ARTISTAS Y DE HOMBRES Y MUJERES
Así califica Aguilera Vicente a la Academia José Joaquín Tejada en un llamado que hizo a la vanguardia artística para apoyar la escuela. Él y otros encumbrados artistas están decididos a no dejar declinar “nuestra querida institución académica: nuestra fecunda  fábrica de artistas y de hombres y mujeres cuya sensibilidad ha dejado huella en la cultura regional, nacional e internacional…”
Entre otros aspectos, el documento señala: “Para muchos de nosotros, los agradecidos y los que no olvidamos, la escuela  es uno de esos centros vitales  por salvar, y  me gustaría, en nombre de los cinco maestros  más viejos de la ciudad y también de las generaciones de artistas que nos siguieron y de todos a los que nos duele este asunto, exponer algunas razones por las cuales la escuela debe quedarse”.
Una síntesis de esas razones recuerda que la “José Joaquín Tejada” es la segunda academia de artes plásticas  más antigua del país y que lleva el nombre de Tejada, pintor santiaguero alabado por José Martí.  
Agrega, como segundo aspecto, que “en la historia de la fundación de la escuela y de su decurso sucedieron hechos y transitaron personas vinculados directamente con la historia revolucionaria de Cuba y particularmente de Santiago, y que por sus aulas pasaron conspiradores y luchadores clandestinos contra la tiranía de Batista, e incluso asaltantes del 30 de Noviembre; que en 1956 la escuela fue a la huelga para luchar por su existencia amenazada y  en contra de la arbitrariedad de Sánchez Arango, ministro de cultura del gobierno de Prío, batalla ganada y que dejó listo al centro para servirle a la Revolución a partir del 1959.
Como tercera razón, apunta que “A partir del triunfo revolucionario  la escuela y sus profesores se cubrieron de gloria,  sumándose al proceso de cambios del país.  La creación de la propaganda revolucionaria, la contribución a  la expansión  de la política cultural de la Revolución fueron actividades tan naturales a la escuela como  el formar artistas y profesores de arte…  
Y como cuarto aspecto, y como resultado de los precedentes explica que “Santiago se afianzó como la segunda plaza artística del país después de La Habana (con características diferentes, lo que es muy beneficioso para la diversidad dentro de la unidad del país) y  formó en sus claustros a estudiantes del resto de las provincias orientales (e incluso de algunas provincias centrales y occidentales), quienes a su vez fundaron movimientos plásticos en sus lugares de origen. Sin embargo, ninguno de estos movimientos  aún ha superado ni en número de creadores ni en número de instituciones actuantes ni en peso artístico a nivel nacional ni en historia al movimiento plástico santiaguero, por lo que el traslado de la academia a otros lugares del Oriente es completamente injustificado. El resultado de algo así  sería una escuela de arte injertada en contextos menos favorables culturalmente, y  un despilfarro de recursos”.
Enumera entonces instituciones como el Taller Cultural “de verdadero quehacer internacional y que organiza bienales internacionales de cerámica, pintura mural y grabado”, la Fundación Caguayo, de alcance nacional y que  por su lado también organiza eventos internacionales de escultura en diversos materiales y técnicas, y que propicia y trae del exterior  exposiciones internacionales y posee el taller de fundición más importante del Archipiélago, y desglosa los numerosos talleres en activo de maestros en la pintura y el grabado… y “por si fuera poco, las galerías existentes y su trabajo, así como los distintos eventos y festivales multidisciplinarios terminan por redondear la oferta cultural tan importante y necesaria a un artista en formación, la cual no encontrara en ninguna otra parte del Oriente cubano”.
El documento está rubricado por Aguilera Vicente y por Miguel Ángel Botalín Pampín, Luis Mariano Frómeta, Lincoln Camué Nohalla, José Loreto Horuitinier, Alberto Lescay Merencio, Carlos René Aguilera Tamayo, Israel Tamayo Zamora y Miguel Ángel Lobaina.
LO QUE DEBE DEMOSTRAR SANTIAGO DE CUBA
No sería este caso de la “José Joaquín Tejada” el primero en que un evento, un festival o una institución nacida y consolidada en Santiago de Cuba pasan no “a mejor vida” sino “a mejor lugar”, ante el estupor de los santiagueros. Por eso respaldamos con firmeza lo señalado por Aguilera y los otros maestros.
Pero eso implicará que el territorio, la dirección de Cultura, la dirección de las artes plásticas y cuantas instituciones u organismos estén implicados reviertan el panorama actual de la Academia de Artes Plásticas José Joaquín Tejada, la reconviertan en un nexo indisoluble con la comunidad, amplíen la matrícula a la que tantos jóvenes y niños amantes de las artes visuales aspiran en la ciudad y el resto de los municipios, de forma tal que en lo alto de esa elevación pintoresca en medio de un barrio pegado a la bahía refulja nuevamente el símbolo del arte pictórico en Santiago de Cuba. De no ser así, tanto empeño y amor por el terruño no habrá fructificado.

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