sábado, 23 de agosto de 2014

Beny Moré siempre entre nosotros



Noventa y cinco años después Beny Moré 
sigue inconmovible en su popularidad

M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón

Santiago de Cuba, agosto 23.- Mañana esa leyenda cubana: Beny Moré, cumpliría 95 años. Tenía solo 43 cuando dejó de respirar en La Habana y desde aquel momento postrero ha transcurrido más de medio siglo. Sin embargo, nadie pone en duda que él es uno de esos casos, poco frecuentes, en mantener plena vigencia a pesar del tiempo.
El cantante parece estar ahí, al alcance de todos, con su voz inigualable, sus movimientos singulares, sus gorjeos y gritos breves que sentaron pautas entre los soneros de Cuba y más allá.
Una sola vez en mi vida lo vi en persona, a una distancia prudencial y con mil trabajos, pero lo vi. Quizás fue en 1961 o 1962.
La curiosidad nos comía a todos, aquella noche en que la reunión   debajo del poste de la esquina, frente a lo que luego sería el Hospital Militar, se convirtió en algo más importante que “el escondido” y “las postalitas”. Y es que lo del Beny Moré no tenía nombre: en la radio, en los “traganíquel”, en las verbenas, en la calle, en las casas… Ni Elvis Presley en su apogeo, le hacía sombra y mucho menos Rolando Laserie, a pesar de tanto esfuerzo de este último. Era el Bárbaro del Ritmo un fenómeno de pueblo, y aunque niños no estábamos ajenos. Y conocimos que iba a cantar en el Patica Club.
El “Patica” sería hoy uno de los clubes más originales de Santiago de Cuba: tenía un salón grande con mesas, una barra, y una pista para bailar, delante de un escenario para los músicos; luego, seguía una especie de espigón que se metía en las aguas de la bahía. A ambos lados de ese pasadizo, estaban dispuestas más mesas con unos farolitos de colores.
Aun el peligro del castigo ejemplar incluida la paliza correspondiente, los muchachos de la esquina decidimos hacer una heroicidad: Nos fuimos todos por la Carretera Turística hasta el   Club, que estaba entre la Fábrica de Hielo Los Guaos y la MOSA (Molinera Oriental Sociedad Anónima), hoy Empresa de Cereales Santiago. Ni soñar en entrar. Eso se respetaba: ¿Muchachos en un club? Pero desde afuera vimos al Sonero Mayor cantar. Tenía el pelo brillante y planchado. La cara también le brillaba por el sudor u otra cosa.
Regresamos enseguida. La ausencia del grupo en la esquina, por suerte no llamó la atención. Y el pacto sagrado fue no decir a nadie ni media palabra sobre la incursión. Por la mañana nos enteramos, porque los grandes conversaban delante de nosotros:
-- ¿Oíste los tiros anoche?
-- Claro, aquí se escucharon
-- Dicen que fue en el “Patica”; que el Beny estaba en el baño “fumando” y un borracho le tocó la… y el hombre sacó una pistola y se formó el corre corre. Dicen que tiró al aire. Ese Beny…
EN TROCHA Y CALLE 4
Elio Gil Fernández, vecino de Carretera del Morro # 295, además de fotógrafo y otras profesiones se ha dedicado a recopilar pasajes del célebre intérprete en Santiago de Cuba, según él desde 1950 hasta 1962.
“Testimonios de Miguel Villalón Castillo, conocido por Maraca, aseguran que el Beny visitaba, antes de formar su orquesta, una bodega propiedad de Ñico Virgilí, situada en Trocha y calle 4, en el reparto Mariana de la Torre, y que en este lugar compartía con los amigos, entre quienes él sobresalía por su carácter amable, afable y humilde. También visitaba el área de Trocha y Santa Úrsula.
“Que en 1951 fue contratado por Mariano Mercerón para cantar en su orquesta en la emisora Cadena Oriental de Radio, en un programa que se titulaba Fiesta con Bacardí.
“Cuenta Maraca que el famoso lajero actuó con Olga Guillot y Fernando Albuerne, formando un trío que se presentó en el Teatro Oriente, en un espectáculo denominado Cuba Canta, con el acompañamiento de un piano.”
El propio Elio Gil recuerda que el sonero actuó con su Banda Gigante en la Universidad de Oriente, en el mes de febrero de 1959, y que alternaba con la orquesta santiaguera Los Taínos,  dirigida por Daniel Guzmán.
Dice Gil, que Moré también se presentó en el Parque Céspedes en 1960, alternando con Los Taínos, y que en 1961 participó en diversas áreas del Carnaval y en el espectáculo Papel y Tinta, patrocinado por Cultura y la Empresa de Artes Gráficas.
Asegura Elio, que a partir de 1959 hasta 1962 el Beny no dejó de actuar en los carnavales de Santiago de Cuba, y que en 1962 fue su última presentación aquí, porque el 19 de febrero de 1963, unos seis meses después, fallecía el Bárbaro del Ritmo.
Estas notas son el modesto homenaje a un hombre que en su condición de Sonero Mayor puso a bailar a Cuba, pero cuando cantaba boleros enternecía a los enamorados, y era capaz, también, de estremecer a cualquier familia, a cualquier padre. Era  “un maestro en todos los géneros de la música popular cubana”. 
Vino al mundo en el seno de una familia afrocubana, humilde y campesina, en Pueblo Nuevo, barrio de Santa Isabel de las Lajas, en la hoy provincia cienfueguera.
No sabía música pero quisieran muchos tener el sentido musical que lo convirtió en rey de los escenarios. Quienes han estudiado su vida aseguran que a los seis años construyó una guitarra rústica y a finales de la década del 30 fue que tuvo su primera “guitarra decente”.
Se requeriría mucho más espacio para sintetizar una existencia si se quiere breve pero intensa, profesionalmente, tanto en Cuba como en el extranjero; que tuvo una presencia puntual en la radio, la TV, los teatros, centros nocturnos; que conoció el trabajo duro de la tierra y vendió frutas, verduras, yerbas medicinales;  que cantó con Matamoros, Pérez Prado, Mercerón, Bebo Valdés…
Para cualquier cubano o latinoamericano estos títulos resultarían familiares: Bonito y sabroso, Santa Isabel de Las Lajas,  Qué bueno baila usted, Asì es la humanidad, Cienfuegos, Se te cayó el tabaco, Locas por el mambo, Conocí la paz, Dolor y perdón,  Mi amor fugaz, No te atrevas, De la rumba al cha-cha-chá,  Rumberos de ayer, Vertientes Camagüey, Cinturita, Mata Siguaraya, Francisco-Guayabal
Brilla aún como una estrella en Cuba y su voz es admirada en México, Venezuela, Panamá, Colombia, Brasil, Puerto Rico…  Dicen que a sugerencia de Cueto, el de los Matamoros, convirtió su extenso Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez en un nombre breve  que entró en la inmortalidad: Beny Moré. Así lo recuerda toda Cuba, a solo un lustro de cumplir 100 años el Bárbaro del Ritmo. 

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