sábado, 8 de diciembre de 2012


DAISY LA “PROFE”

YUNIER RIQUENES GARCÍA

Santiago de Cuba, dic 8.- El pasado 29 de noviembre estuve en casa de Daisy Cué. Era un día especial, era su cumpleaños. No voy a decir cuántos, solo baste decir que un aniversario cerrado, otro pretexto para agradecer y recordar tantos consejos y actos que ha tenido con tantos estudiantes.
Cuántos no recordarán las precisiones, los señalamientos, una clase, una evaluación, una sonrisa o un llamado de atención.
Daisy no es de aquellas personas que intentan imponerse ante los jóvenes, ella sugiere, propone, escucha, convoca. No busca un enfrentamiento generacional, sino la integración, el respeto.
La escuché emocionada después de su viaje a los Estados Unidos, entró en contacto con varios de sus estudiantes, ellos seguían llamándola la profe. Unos con más años que otros en diversos puestos de trabajo.
Lo cierto es que las nuevas generaciones buscamos de ella. Siempre exigente, con una nueva página que proponer, con una lección en cada conversatorio. Un libro suyo, por solo citar un ejemplo, es imprescindible en los estudios de la literatura cubana: Plácido, el poeta conspirador, publicado en 2007 por la Editorial Oriente.
Inició su vida laboral en la biblioteca de El Caney en los primeros años de la década del 70 y desde hace casi cuarenta años colabora con la mayoría de las instituciones culturales de Santiago de Cuba: Biblioteca  Elvira Cape, Editorial Oriente, Casa del Caribe, Centro de Superación, Casa de África, entre otras.
La jubilación no marcó distancias con la Universidad de Oriente a cuyo claustro perteneció durante veinte años. Ha sido después de eso, profesora de Cultura Cubana en la maestría de Estudios cubanos y del Caribe, y ha dirigido tesis doctorales, tesis de maestría y trabajos de diploma. Fue Presidenta del Consejo Técnico Asesor durante siete años y en la actualidad  preside la sección de escritores de la UNEAC en la provincia.
Daisy es también una madre que aconseja, una amiga. Aquel 29 de noviembre la vi rodeada de su familia, la más cercana; pero otras seguramente la recuerdan cada día.
En una entrevista que le hice hace algún tiempo me confesó: Pese a que me jubilé hace ya diez años y he ocupado y ocupo otras funciones de responsabilidad, cuando me publican algo, o me presentan en algún evento, siempre  me encasillan como profesora de la Universidad de Oriente; e incluso, haya sido o no alumno mío, casi todo el mundo se refiere a mí como “la profe”.
Yo no recibí clases suyas en aula alguna, pero también le llamo “la profe”. Ella tiene el don de educar y forjar el hombre nuevo. 

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