lunes, 5 de noviembre de 2012

UNA ESTRELLA SE APAGÓ


 
UNA ESTRELLA SE APAGÓ   

Texto y fotos: M.Sc. MIguel A. Gaínza Chacón
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“Simplemente, estoy vivo, trabajando y siendo útil”. Así me dijo hace casi exactamente un año, lleno de optimismo y de fuerza, el maestro Eduardo Rivero Walker. Sus palabras para cerrar aquella conversación tan agradable como informal con motivo de su  75 cumpleaños, hoy se me antojan una ironía del destino:
“Es como empezar el trabajo nuevamente. Para eso tengo mucho ánimo y muchos deseos de hacer cosas. Además, soy joven aún ¿no?”
A la muerte, tan natural como la vida, uno jamás logra acostumbrarse, a pesar de mil y un ensayos. En el tabloncillo de la parte posterior del escenario principal del Teatro Heredia, donde ensaya la Compañía Teatro de la Danza del Caribe, ahora falta la presencia de Rivero; también faltan por la Avenida Garzón y el entorno de los “18 plantas”, su voz de gigante, capaz de vencer 17 pisos, y su andar erguido, presuroso y siempre elegante, rumbo al encuentro con los públicos más diversos de la ciudad, Cuba y del mundo.
Aun conociendo su estado delicado de salud, la noticia conmovió a muchos… a otros los sorprendió: al final de la noche del último miércoles dejó de existir físicamente, un emblema de la danza moderna en Cuba y el mundo: Eduardo Rivero Walker.
Hasta el final fue fiel a sus ancestros caribeños, de ahí que la Casa del Caribe acogiera las honras fúnebres del maestro Rivero.
No pudo Eduardo vencer el infortunio del cáncer, a pesar de tanto esmero de la Medicina y de su esposa, su hija, su nieto, sus amigos. La dolencia lo trajo inesperadamente desde Jamaica, donde cumplía uno de sus tantos compromisos internacionales para difundir más y más su maestría y su sabiduría.
Porque como pocos, Rivero Walker interiorizó, y exteriorizó, el lenguaje de los movimientos del cuerpo; del torso, los brazos y las piernas, capaces en manos de un maestro, de expresar con total comprensión hasta para el ojo menos conocedor, los sentimientos y emociones contenidos en gestos a veces explosivos o delicados, pero siempre armoniosos,  y comunicativos. 
Una vez me dijo Eduardo que desde niño, allá en el reparto San Isidro, en La Habana, donde su abuela todo lo hablaba en inglés y obligaba a los demás a hacerlo, él sabía que sería bailarín. De ahí sus escapadas del hogar para sortear la línea férrea, subirse a los muros del Tropicana y contemplar durante horas cómo danzaban aquellos artistas.
Pero no se imaginaba que con el tiempo fundaría la Compañía de Danza Contemporánea de Cuba, con la cual viajó a todos los continentes, y que sus personajes se convertirían en emblemas de la danza, como finalmente pasó con él, devenido insignia de un arte tan antiguo como el hombre.   
Rivero Walker deja un vacío inconmensurable en la danza cubana en general, y muy especialmente en la santiaguera, a la que se sumó en los años ochentas, cuando visionariamente llegó a esta ciudad, le ofreció su corazón y aquí se quedó para siempre, junto con las virtudes de jóvenes bailarines con quienes fundó la prestigiosa Compañía Teatro de la Danza del Caribe.
Duele la partida de Rivero, cuando no hace ni un año me confesó: “Yo llego a estos 75 años y ni me doy cuenta que he llegado. Simplemente sé que estoy vivo, trabajando y siendo útil. Me parece que ahí está lo cardinal: sentirse como yo: con mucho ánimo.”
En aquella ocasión le pregunté si tanto trabajo no lo agotaba y me respondió que al contrario, que eso lo ayudaba; que hacía coreografías, impartía clases y aunque ya no bailaba para el público sí lo hacía para los alumnos e integrantes de la Compañía.
Su proverbial honestidad lo distinguía. Era exigente porque se exigía así mismo hasta el máximo. Pero lo esencial es que llevó el arte de la danza casi hasta la perfección. Y en esta hora triste solo reconforta saber que quienes estuvieron con él en sus últimos años de trabajo seguirán la impronta que tan nítidamente Eduardo Rivero Walker dejó en la cultura cubana en general y en la danza contemporánea en particular.

 
UNA OBRA EN SÍNTESIS
Eduardo Rivero Walker fue distinguido  con el Premio Nacional de Danza 2001, el más alto galardón que un bailarín puede recibir en Cuba,  en su especialidad. Fundó  
 la Compañía Nacional de Danza Contemporánea y  la Compañía Teatro de la Danza del Caribe. Fue aclamado en Cuba y el extranjero en su condición de bailarín y coreógrafo. Convirtió en mítica su imagen de Ogún, en la Suite Yoruba, de Ramiro Guerra, en los años 60.  Deslumbra ya en solitario en 1970 con su obra inicial: Okantomí, luego serían Súlkary, Otansí, Destellos, Tanagras, Omnir, Zarabanda, Siempre corriendo, Suite de Blue, Dúo  a Lam... La superproducción Lambarena, estrenada en 2010 en el “Heredia”, lo afianza aún más en la cúspide y lo consolida como uno de los paradigmas de la danza moderna en Cuba, sin dejar al margen su trabajo pedagógico,  mediante el cual  imparte clases pero las demuestra también, lo que  le confiere un prestigio cada vez más creciente en el ámbito nacional e internacional.

COMPAÑÌA TEATRO DE LA DANZA DEL CARIBE.

Vivía orgulloso el maestro Rivero de la Compañía Teatro de la Danza del Caribe, que fundó en Santiago de Cuba en septiembre de 1988. Tanto empeño puso en la agrupación hasta que la llevó a ser una de las más prestigiosas del país.

Las técnicas de la danza moderna y contemporánea  son hoy el  nutriente más distintivo de la creación de “Teatro de la Danza del Caribe”, que además dispone de un variado repertorio, con piezas antológicas propias y de coreógrafos de Jamaica, Barbados, Argentina, Italia, Curazao, Estados Unidos…

De la mano de Eduardo Rivero Walker, la Compañía paseó por el mundo y se presentó en la fundación de la National Performing of Belize,  el Festival Internacional de Ballet de La Habana, la Jornada de la Cultura Cubana en México, el Festival  Internacional de Teatro de La Habana, el XI  Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz,  España;  en la Jornada de la Cultura Cubana en Portugal, el Festival Internacional Ibagué, en Colombia;  Jornada Internacional de Cuba-Experiencia, en Paris, Francia; en el Festival de Danza Contemporánea de Barranquilla, Colombia; el Festival de Teatro Latinoamericano Manizales, en Colombia;  en el Festival y Fórum Internacional, en Belice; en la Gala Artística de la reunión del CARICOM Jamaica;  el Festival Internacional de Danza, en Jamaica y Surinam; en el Evento Internacional y Feria Mundial EXPO AGUA, en Zaragoza, España; en la Bienal de Danza en Granada, en 2009; en el Espectáculo Estate al Palco y Alma y Cuerpo para la Revolución, en Pontassieve y Florencia, Italia; en los festivales del Caribe y en el Festival de Teatro Máscara de Caoba…

Por la trayectoria artística y laboral der la agrupación, el Sindicato Nacional de los trabajadores de la Cultura le confirió a “Teatro de la Danza del Caribe”, en 1998, la condición de Vanguardia Nacional y la Comisión  Nacional de Evaluación le otorgó el I Nivel dentro de la especialidad de Danza Moderna y Contemporánea, éxitos todos en los que siempre estuvo la impronta de Rivero Walker.

OCUPA UN LUGAR ENTRE LO MÁS PROLÍFERO
El nombre de Eduardo Rivero Walker es obligado dentro de la danza cubana. Obras como Súlkary, todo un clásico, y Okantomí, Dúo a Lam, Tributo, Elogio de la Danza, Destellos, Ceremonial de la Danza… lo ubican entre los creadores más prolíferos de Cuba.
El trabajo pedagógico del maestro Rivero Walker descansó también en una labor académica y de formación de compañías como la National Performing of Granada, Compañía de Danza Contemporánea Okantomí de Barcelona, España y la National Performing de Belize.
Pero, además, Eduardo asesoró instituciones danzarias como la Compañía  Nacional de Danza de Guyana, la National Dance Theatre  Company y la National School of Dance, ambas de Jamaica, y colaboró con la Compañía de Danza Contemporánea “Le Corail”, en Martinica, además de impartir cursos internacionales de danza de verano en Londres y Birmingham, Inglaterra; Belice, Inglaterra, Canadá, Jamaica y Alemania.
Y junto a su Compañía participó en numerosos eventos relevantes en el ámbito internacional. Era Profesor Titular Adjunto del Instituto Superior de Arte.  
DISTINCIONES OTORGADAS POR EL ESTADO CUBANO
Por sus aportes relevantes al arte y la cultura nacionales Rivero Walker recibió la Orden por la Cultura Nacional, la Medalla Raúl Gómez García, la Medalla Alejo Carpentier, la Orden al Mérito, la Distinción José María Heredia, el Premio Nacional de la Danza 2001, y la Orden Félix Varela de Primer Grado. Era considerado una Personalidad de la Cultura Cubana por ser precursor, entre otros, de la Escuela Cubana de Danza Moderna.   


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