miércoles, 7 de noviembre de 2012


PINCEL CÉLEBRE 
SOBRE PIANO UNIVERSAL

. Un piano para Fidel . 100 pianos y 100 guitarras
. Los 400 años del primer sumarái en Cuba
. Pintar con sangre de toro

M.Sc. MIGUEL A. GAINZA CHACON

Alberto Lescay Merencio es un buen ejemplo de artista incansable, más allá del Maceo ecuestre de la Plaza santiaguera; del Maceo en el Yunque de Baracoa; del Cimarrón en la loma de los chivos, en El Cobre; del Maurice Bishop en la Casa del Caribe; del Che en el Hospital de Las Tunas y el del MINREX, en La Habana; del Jardín del amor, en el “Heredia”; de la Mariana Grajales, en la antigua Clínica Los Ángeles; del Apóstol que crece, en el Paseo Martí; del Martí en el Memorial de La Habana; del Mella en uno de los picos  de la Sierra Maestra y el del municipio cañero; de Flor Crombet, en la Central santiaguera; de sus esculturas emplazadas en Martinica, Venezuela, México; de Rosa la Bayamesa, en la Ciudad Monumento… y también, más allá de sus obras como escultor, dibujante, pintor… Lescay es un buen promotor cultural y en muchos lugares de Santiago de Cuba no faltan el punto de vista, el detalle o el apoyo de Alberto y de la Fundación Caguayo.
Ahora se fue hasta Japón a pintar pianos célebres, y luego viajó directamente a México, a pintar murales con sangre de toro. Y como siempre trajo para su ciudad natal la solidaridad de los amigos de Cuba. 
“A Japón fui invitado por Sakai Sam, un hombre que se dedica a fabricar pianos, a preparar afinadores, y tiene una escuela para enseñar piano… está consagrado a ese instrumento. Él, en un encuentro con Chucho Valdés, en Japón, le propuso construir un piano para el jazz, que llevara la marca Chucho Valdés. De ahí surgió el proyecto, y yo tuve la suerte de que pensaran en mí, a partir de la idea de Sakai, de que el interior de las tapas de los cinco primeros pianos Chucho Valdés fueran intervenidas por un pintor.”
Quizás sea esta la primera vez, que en el mundo se construye un piano especialmente para el jazz. Ya Chucho fue a Japón, lo tocó y le encantó. Lescay trabajó dos semanas en Okinawa. Los instrumentos estaban terminados, entonces tuvo que adecuar la superficie interior de las tapas para que “agarraran” bien los pigmentos acrílicos y por la perdurabilidad. Después se le dio el lustre final.
“Fue una experiencia extraordinaria. De esos pianos, uno es de Chucho; otro, con el que Sakai quedó muy complacido, y lo dijo con una seguridad tremenda… escogió una de las tapas que pinté para el piano que le va a regalar al Comandante en Jefe  Fidel Castro. Y él también decidió, cuando conoció del nacimiento del Iris Jazz Club en Santiago de Cuba, donar un piano para nuestro Club. No sé si el piano que él va donar será de los pianos ‘Chucho…’ o será otro. ” 
Sondeé a Lescay:
--Si no fuera de los pintados ¿tú lo pintarías aquí?
-- Si me lo piden, sí
-- ¿Quién te lo tendría que pedir?
-- Los amantes de este Club. Lo haría con mucho gusto. Por supuesto, también se lo tendría que informar al donante, y si él aceptara… creo que sí aceptaría, haríamos una descarga.
Hace unos años, Sakai Sam donó 10 pianos para Cuba. Ahora, en Tokio, Lescay se encontró con un guitarrista de apellido Cobas,  que bajo su patrocinio logró reunir 100 pianos y 100 guitarras para la enseñanza musical en Cuba.
“Él, al conocer mi obra escultórica, me pidió que si yo le podía hacer un monumento para emplazarlo en Cuba. Le dije que sí. Él entregó muchos materiales ejecutando su guitarra, que es magistral; tiene una relación como artista, muy importante con Cuba. Su trabajo  musical es una fusión de música cubana y japonesa. Es amigo entrañable de Leo Brouwer, ha tocado en Cuba y va a venir próximamente, en 2013, en ocasión de los 400 años de la presencia del primer samurái en nuestro país, que será escogida como el primer contacto aquí de Japón y Cuba. En ambos países habrá un programa de actividades por esa efeméride. En la Habana, frente al Malecón, ya colocaron un monumento por ese hecho.”
¿Todas las tapas son iguales?
“No. Hay dos en fondo rojo, que me motivaron a seguir esa gama de los colores cálidos contrastando con negro, blanco, muchas luces; y la expresión… estuvo motivada por el jazz y la ejecutoria de Chucho; en otro momento, me fui al paisaje, a los colores de Okinawa… el mar, la naturaleza; otro, por los colores mas de la tierra; otro, la fiesta de colores… 
EN EL MÉXICO BRAVÍO
Fue coincidencia, que Lescay recibiera en un lapso tan breve, invitaciones desde dos extremos del mundo. Por eso voló directamente desde Tokio a México, al D.F., y al Estado de Querétaro, sitio que visita con frecuencia. Allí le tenían una plaza de toro, con torero, toro y todo. Y trabajó intensamente.
Como preámbulo ya había hecho algunos experimentos aquí, pues la preocupación mayor del artista era la perdurabilidad de la obra y el hecho de que la sangre coagula rápidamente. Necesitaba un producto que retuviese la coagulación.
“Y ese material lo resolví en Cuba, gracias a mi ex esposa Rosa Castellanos; me asesoré también con un buen restaurador de Santiago de Cuba, Osvaldito, para decidir qué soporte usar, qué pigmento usar, y trabajé con lienzo ya preparado, lo fijé con materiales para ese fin y con impermeabilizante acrílico, para sellar todas las obras.
“Bueno, han llegado a nosotros pictografías de hace millones de años: las pinturas de las cavernas creadas con sangre, incluso de toros, bisontes… Entonces, yo tengo la esperanza de que mis cuadros no van a tener la peor suerte.”
Uno de los murales de entre los realizados por Lescay en México, de seis metros por dos metros, fue hecho solamente con sangre y materiales taurinos; hizo, además, un collage con recortes de capotes, banderillas, espadas, trajes de toreros, que los matadores   donaron para despedazarlos y usarlos en la obra; tierra removida por el toro, y claro, la sangre. “Ahí sí no hay acrílico ni nada…”
De la estancia de Lescay en la plaza de toro quedaron otros cuadros, “porque varios amigos que me vieron trabajando, fueron a las tiendas y empezaron a comprar lienzos, y me plantearon si yo quería seguir pintando y les dije: ‘Estoy caliente. Traigan lienzo’. Y aquello se complicó. Varios toreros fueron a sus casas y buscaron capotes que tenían de su historia con los toros, y me lo trajeron para que les descargara. Fue muy emotivo aquello”.
Con el esmero del que solo saben los buenos amigos, German… mejor: la familia Torres Landa, acogió y atendió a Lescay Merencio   en la provincia de Juriquilla, Estado de Querétaro, y para exhibir la obra del pintor cubano, ellos anunciaron la construcción de un sitio, especialmente para la ocasión. La descarga de Lescay celebró, además, los 25 años de la plaza de toros, que igualmente levantó la familia anfitriona.
“Y esa plaza ha servido para el desarrollo de la ciudad de Juriquilla, de ahí su importancia social y para el turismo”, apuntó Lescay.
TANTO PIANO Y NO ES MÚSICO
La conversación retorna al tema Sakai, quien no es músico a pesar de su nexo con el instrumento: fabrica pianos, repara pianos, forma afinadores de pianos, forma restauradores de piano, y forma pianistas. Y colabora con Cuba (dos jóvenes del archipiélago caribeño se adiestran como afinadores y restauradores) y piensa continuar ese proyecto.
“Yo tengo la aspiración de traerlo a Santiago cuando llegue su piano –dijo finalmente Alberto Lescay-- y trataré de incentivarlo para que nos ayude a formar afinadores. Él lo  quiere hacer y creo que en Santiago de Cuba puede haber muy buen receptividad ante esa idea.”
 


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