El crimen de Barbados
¿CONCIENCIA LIMPIA CON
73 VIDAS TRUNCADAS?
M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón
Santiago de Cuba,
octubre 6.- No es que cada 6 de octubre la herida
vuelva a abrirse. Es que nunca ha cerrado. Cuba desde aquella tarde del
atentado a una nave de Cubana de Aviación en Barbados, jamás ha dejado de
llorar a sus hijos, masacrados junto con norcoreanos y guyaneses en nombre del
terrorismo y por el solo hecho de ser el nuestro un país digno, independiente, que
no claudica.
Sobrecoge una y otra vez, y así a lo largo de 39 años, la grabación de
los últimos instantes a bordo del avión. Cuántos sueños se fueron al fondo del
mar en medio de la desesperación, de la impotencia, de la entereza de la
tripulación que trató hasta el momento postrero, de salvar la nave y su carga
preciosa de vidas.
Duele más el Crimen de Barbados, porque casi cuatro décadas después, la
ignominia de sucesivos gobiernos norteamericanos ha consentido que con
lacerante impunidad, criminales confesos como Orlando Bosch y Posada Carriles
insulten el sentimiento de familiares y de la nación cubana.
Mucho antes de morir apaciblemente en Miami, en abril de 2011 a los 84
años, Bosch dijo en Estados Unidos que si tenía que hacerlo de nuevo (explotar
otro avión cubano) lo haría; que en definitiva, dentro de la nave iba un grupo
de negritas y negritos comunistas.
Bosch y Posada: ¡Asesinos repugnantes! |
Jean Guy Allard, en “Cubadebate”, en agosto de 2004 recordaba que el Sustituto del Procurador General de
USA, Joe D. Whitley, para nada simpatizante de Cuba, en mayo de 1989 negó a
Bosch el asilo que solicitaba, al describirlo “como un terrorista, que durante
30 años, ha sido resuelto e intransigente en su abogacía de la violencia
terrorista. Ha amenazado y desarrollado actos de violencia terrorista contra
numerosos blancos, incluyendo naciones amistosas hacia los Estados Unidos y sus
más altos oficiales. Sus acciones han sido las de un terrorista, exento de las
leyes y la decencia humana, amenazando e infligiendo violencia sin
consideración a la identidad de sus víctimas”. Y Whitley ordenó la deportación
de Orlando.
Pero jamás Bosch, “cerebro del
crimen de Barbados”, fue expulsado de USA y más bien en 1990 “recibió el perdón
presidencial de George Bush (padre)”. Orlando aparece entonces “como posible
cómplice de Luis Posada Carriles”, en la organización de los atentados en La
Habana en 1997, que costaron la vida del joven italiano Fabio Di Celmo.
Monumento a los Mártires en Barbados |
Otro de los “asesinos de Barbados” sin castigo aún, es Luis Clemente
Faustino Posada Carriles, quien a sus 87 años pinta tranquilamente en Miami, y
a la vez no ha dejado nunca de atentar contra el pueblo cubano y otros países,
algo que jamás ha ocultado. Él y Bosch prepararon el plan y hasta los
explosivos que hicieron estallar la nave aérea en pleno vuelo, con 73 personas
a bordo.
Por el motivo precedente, los dos: Orlando y Luis Clemente fueron
enjuiciados en Venezuela, junto con Hernán Ricardo y Freddy Lugo quienes
colocaron los artefactos explosivos en el avión.
Increíblemente, con un historial terrorista que asombra, Bosch es
indultado y contra toda lógica, porque tenía cuentas pendientes con la justicia
en USA, entra en ese país, siguió allí sus actividades terroristas, reconoció
muchas veces lo que hizo en Barbados en 1976, y como ya señalamos, murió
apaciblemente en el “paraíso de la indolencia”.
Faustino también hizo lo suyo: salió como
“perro” por su casa por la puerta principal de la cárcel venezolana y desde
entonces “ha trabajado” casi abiertamente contra Cuba y otros pueblos
latinoamericanos; incluso detenido junto con otros terroristas en Panamá por
planificar el asesinato de Fidel Castro, en el que por lógica perecerían
cientos de estudiantes y profesores panameños, “olímpicamente” fueron
indultados por la presidenta Mireya Moscoso, quien terminó en el istmo, se fue
a Miami y allí ha dicho que llegado el momento los volvería a indultar.
En fin, ahí sigue en USA el viejo Faustino, quien a los 87 años parece
empeñado en ser artista de la plástica, quizás para retratarse él mismo con
Dorian Gray en la memoria.
La Moscoso: tan terrorista como los otros |
Esas posturas de las autoridades y la justicia norteamericanas en
relación con terroristas confesos; esas palabras de la ex presidenta panameña
laceran los sentimientos de los familiares de las víctimas y de todo el pueblo
cubano.
Igual que llena de
indignación saber que Freddy Lugo, hoy taxista en una ciudad venezolana, diga
que tiene la conciencia limpia, como le expresó al periodista Simón Romero que lo entrevistó en Caracas
para The New York Times. Dijo más: Que no
siente remordimientos por la muerte de
73 personas, incluyendo varios jóvenes del equipo de esgrima de Cuba. “Soy un
hombre normal. Soy inocente. Ahora vivo tranquilo y tengo la conciencia
limpia.”
Increíble hasta donde puede descender moralmente un ser
humano. ¿Acaso cree que los 17 años de cárcel que cumplió enmiendan el crimen
horrendo que cometieron él y Hernán Ricardo Lozano (ni se sabe el paradero
de Hernán), al dejar en el baño de la aeronave, un tubo de pasta dental Colgate
lleno de C4 que hundió en el mar la esperanza de 73 personas inocentes.
Seguramente ya no le quedará un céntimo de los 16 000 dólares que cobraron por
el “trabajo” para repartirse a partes iguales.
Pero como la Revolución cubana es tan inmensa y como la vida
reserva tantos intríngulis, quién niega que Lugo en Venezuela, o Hernán donde
esté, ante un padecimiento o urgencia de ellos o de sus familiares, tengan que
ser asistidos por alguno de los miles de médicos cubanos que prestan su
servicio en la Patria del inolvidable Hugo Chávez o en cualquiera de las
decenas de naciones hasta donde llega la colaboración médica de este
archipiélago caribeño al que Freddy, Ricardo, Bosch y Posada llevaron ese dolor
eterno y permanente que nos invade desde la tarde del 6 de octubre de
1976.
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