sábado, 29 de noviembre de 2014

Para historias interesantes está Santiago de Cuba

De mi ciudad
SIEMPRE CON ESTAMPAS ATRAYENTES, 
PINTORESCAS, COSTUMBRISTAS…  
M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón
Santiago de Cuba, noviembre 29.- Esta, mi ciudad, es pintoresca, atrayente, y como mejor se disfruta  es deambulándola. En verdad,  nada se iguala a caminar por estas calles a veces estrechísimas y regularmente adornadas con balcones y tejados altos para mitigar la inclemencia del Sol, sin duda más caliente aquí.

Cuando UD  reposa en el banco de un parque tiene la certeza de que allí también, en algún momento, descansó un héroe o uno de esos nombres inmortales tan usuales en la localidad. Ese es otro encanto de esta Santiago de Cuba, a punto de cumplir medio milenio en julio de 2015.  

Igual ocurre con el patrimonio edificado en la urbe, característica que distingue esta urbe. Disfruta uno de la prominencia de la Catedral, cinco veces construida luego de terremotos, incendios, ataques de corsarios, o huracanes; o de la magnificencia del antiguo Ayuntamiento, erigido a mediados del siglo XX pero recreado en planos de la Colonia, o la sencillez de cualquier inmueble capaz de reservar una sorpresa.

Como los dos primeros, otros han trascendido por su arquitectura o por su servicio; de entre los segundos, Ud. puede encontrar mil sitios aparentemente intrascendentes, y hasta desconocidos, que sin embargo guardan pasajes históricos o costumbristas.

El caminante enamorado de su terruño, va por el centro histórico y deambula por San Félix… en fin ¿cuántos santiagueros transitan al día por la calle San Félix y miran hacia la Casa de la Trova, cruzan frente a la sede de la Agencia de Información Nacional (AIN), o visitan el Acuario de la Ciudad? Incluso, ¿cuántas mujeres se acondicionan el cabello en la peluquería de San Félix y San Basilio o cuántas personas van a tramitar asuntos al Buffete? 

Hasta lo aparentemente insignificante, tiene en mi ciudad una historia o un pasaje digno de recordar. O una estampa folclórica o costumbrista de entre las que tanto proliferaron en las primeras villas fundadas por los colonialistas españoles, en lo que ellos llamaron el Nuevo Mundo.

La casa en San Basilio esquina a San Félix
Una de esas costumbres eran las ensaladillas, una suerte de chismes endilgados a las más diversas personalidades y familias pudientes de la Colonia, con referencias irónicas y críticas picantes. Una de esas no dejó pasar por alto un hecho curioso, bien entrado el siglo XIX: La Custodia de la Catedral (un auténtico tesoro formado por piezas de metales preciosos), que exhibía al público el Santísimo Sacramento, fue robada.

Para aquella época se habían establecido en la ciudad santiaguera tres personajes muy vinculados en el tiempo con el hecho en cuestión: dos artesanos italianos  --joyeros, plateros y comerciantes de alhajas finas--, y sin relación alguna con estos, alguien que también buscó prosperidad en la villa: un abogado dominicano, el Lic. Don Pedro Celestino Salcedo y Ortega, oriundo de Santiago de los Caballeros.

Para más seña, Don Pedro Celestino ya ostentaba una bien ganada reputación como orador y escritor, y también como abogado, por las hábiles defensas que había llevado a cabo, verdaderos modelos en ese campo. Además, dominaba el latín como el español, y era profesor en el Seminario Conciliar de San Basilio el Magno, frente a la actual sala de fisioterapia, en San Basilio, entre Corona y Santo Tomás.

Una incidental: el Seminario fue la primera universidad establecida en Cuba en 1722, pues en La Habana, los mismos estudios universitarios se iniciaron en 1728 o 1730, según afirma Juan María Ravelo en su “Jirones de Antaño”, de 1947.

Aunque como casi siempre ocurre, los casi mil kilómetros que separan a Santiago de Cuba de la Capital determinaron que los capitalinos se arrobaran con el hecho de que su Universidad fue la primigenia, cuando aquí ya las carreras de Filosofía y Jurisprudencia tenían el mismo rango académico que en las universidades de España e Hispanoamérica.

DE VUELTA CON LA CUSTODIA  

El robo de La Custodia conmovió a Santiago de Cuba y lógicamente las sospechas recayeron en los dos joyeros italianos, los mejor preparados para “licuar y esfumar” el tesoro eclesiástico. Inmediatamente fueron aprehendidos y acusados. ¿Y a quién buscaron los mediterráneos para que los defendiera? Lógicamente, a Don Pedro Celestino.

De más está decir que los italianos salieron absueltos y las malas lenguas aseguraban que los 60 000 pesos pagados a Salcedo y Ortega, salieron “ya se sabe de dónde”.

Y para “echarle más leña al fuego”, inmediatamente después del juicio, el célebre abogado dominicano se hizo construir una mansión ¿dónde? En la esquina de la actual San Basilio y San Félix, con entrada por San Basilio y que abarcaba por esa calle el perímetro hasta el Buffete Colectivo, y por San Félix parte de la actual peluquería. Allí murió Don Pedro Celestino, a los 75 años, una quincena antes de fenecer 1880.

La suspicacia santiaguera tampoco esperó y cuando avanzaban los trabajos en la mansión, una mañana apareció un cartel colgado de los muros que decía que aquello era la parodia de un palacio, y llamaba a no tocar nada, porque la construcción era “…hija de la Custodia”. Para el pueblo, nunca más en esa época, el sitio tuvo otro nombre que no fuera La Casa de la Custodia.

Por lo tanto, quienes cruzan hoy por esa mencionada esquina del centro histórico de la urbe; las santiagueras que van a arreglarse el cabello en la peluquería de San Félix, las peluqueras que laboran allí; quienes van a hacer trámites al Buffete Colectivo incluidos los propios juristas, bien pudiesen estar deambulando por donde mismo lo hizo Don Pedro Celestino mientras recordaba “la tajada” que le representó defender a los italianos supuestamente autores del robo de La Custodia de la Catedral.

1 comentario:

  1. Una verdadera MIERDA lo que han hecho con esa casa tan preciosa !!! Todo que hacen lo hacen mal.

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