domingo, 23 de noviembre de 2014

Adiós a un gigante del pentagrama en Cuba



EL LEGADO QUE DEJA REINALDO CREAG

M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón

Santiago de Cuba, noviembre 23.- Hace una semana que dejó de existir, físicamente, el prominente vocalista santiaguero Reinaldo Creag, quien hasta el último instante de su vida era admirado en en Cuba y el mundo por su voz y su cadencia en las que jamás se reflejó el paso de sus 96 años.
Para Fernando Dewar, director del Septeto Santiaguero, la agrupación que en los últimos tiempos acompañó a Creag en diversas oportunidades, el legado más hermoso que deja el cantor es su afán por hacer bien las cosas.
Al criterio de Dewar se sumaron Armandito Machado, director de Los Guanche, y Joaquín Solórzano, puntal de Los Tambores de Enrique Bonne.
Los tres destacados músicos santiagueros coincidieron en aspectos que distinguieron siempre a Reinaldo Creag, al margen de su excepcional manera de vocalizar:
Era la puntualidad su obsesión: el primero en los ensayos, el primero en las grabaciones; era tal su dominio de la profesión, que mientras otras debían repetir una y otra vez los temas en las grabaciones, en busca de la perfección, Creag lo hacía una sola vez; y su presencia, su porte eran insuperable. Era la elegancia personalizada. Así fue hasta el final. 
Lo anterior demuestra que con el talento se nace, pero debe ser cultivado a lo largo de la existencia del artista. Solo de esa manera Reinaldo Creag llegó a ser la voz de oro de La Vieja Trova Santiaguera; de la Estudiantina Invasora, y de momentos irrepetibles de la canción popular cubana, especialmente la que se hace en Santiago de Cuba.  
La ciudad lo vio agigantarse a lo largo de casi un siglo. Parecía no existir límite en lo que podía hacer Creag con su voz. Todas las miradas iban hacia él cuando subía a un escenario y se enfrentaba al público. Entonces gente del pueblo y consagrados del espectáculo parecían hechizados con el canto de Reinaldo.


Debe haber sido una satisfacción indescriptible para el nonagenario artista observar el efecto que causaba su voz en quienes lo escuchaban. Pero jamás exteriorizó una expresión o una palabra que pudiese mostrar jactancia. Era un ejemplo de modestia, que solo los grandes saben enarbolar.
Por eso, con el deceso de Creag se cierra una página excepcional de en una época de oro en la música cubana.   
La muerte lo sorprendió con las maletas preparadas para viajar a Francia, donde cantaría en París. Ya los franceses lo conocían y admiraban aquella voz que parecía haberse detenido en el tiempo.
Reinaldo Creag deja una huella imborrable en los escenarios cubanos y un ejemplo por imitar entre las nuevas generaciones de intérpretes de la música popular cubana.  
Creag había nacido el 9 de julio de 1918 en Santiago de Cuba y en sus años mozos laboró como retranquero en los ferrocarriles. Pero ya desde ese momento su voz anunciaba en notación musical, que sería un icono en los escenarios. 
Músicos santiagueros con el Septeto Santiaguero al frente, despidieron a Reinaldo Creag en la calle Calvario, a la salida del cortejo fúnebre, y en la necrópolis de “Santa Ifigenia”. Lo hicieron con dos de los temas emblemáticos del cantor: “Retorna” y “Cristinita”. Así, con música… con su música más querida, se despidió  a un gigante del pentagrama tradicional cubano.

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