Polo Montañez sigue
refulgente entre las
estrellas
M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón
Santiago de Cuba,
noviembre 27.- Ayer se cumplieron 12 años de la
muerte de Fernando Borrego Linares pero muchos aseguran que el espíritu de Polo
Montañez, anda aún, guitarra al hombro, por los parajes de El Brujito, en Pinar
del Río.
Ocurre que fue tanto el amor y el cariño cosechados en el mundo por el
también conocido como Guajiro Natural, que se multiplicó infinitamente y sigue
cantando entre “un montón de estrellas”, en las noches de Las Terrazas, Cali,
La Alcarraza, Cartagena, La Caoba, Barranquilla, Soledad, las Ventas de
Casanova, el Ramón de Guaninao…
Aunque fue un suceso continental y su arte conmocionó a buena parte de
las ciudades de América Latina, nadie discute que la estampa, la voz y las
creaciones de Polo constituyen hoy un icono musical para el hombre y la mujer
del campo.
No tuvo una larga vida pero su tránsito por la tierra fue intenso y
estrechamente ligado a las tareas en el surco, la carreta, los cultivos, los
animales del campo… y a la música sin academia.
Tuvo el don de la creación; las canciones le nacían con la misma
naturalidad de los amaneceres. Y cuando la fama tocó a su puerta no la rechazó
pero la guardó dentro de su sombrero campesino y siguió siendo el Guajiro que
despertaba admiración en cubanos y extranjeros; en encumbrados artistas y en
los públicos más sencillos.
Polo amaba el campo. No se cansó de decirlo y demostrarlo. Y en pago, la
tierra y los hombres de esta lo tienen como un ídolo.
Doce años después de su partida hay todavía más certeza de que los 47
años vividos no le alcanzaron para
materializar en canciones tantos sueños y tantas vivencias. Pero sus creaciones
recogidas en cuatro CD del sello Lusáfrica, resumen lo más hermoso del
sentimiento humano.
Un absurdo desastre vial el 20 de noviembre de 2002 tronchó la alegría.
Él nunca lo supo pero millones de pensamientos clamaron por su vida; unos
susurraban oraciones; otros, se aferraban a la posibilidad de que la ciencia
médica cubana obrara el milagro. Fue una de las semanas más amargas que
recuerde Cuba, hasta que el 26 de noviembre Polo Montañez cambió de escenario y
fue a reunirse con el montón de estrellas de su canción, para brillar
eternamente en el cielo que es mucho más limpio en las noches del campo que
tanto amó.
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