ELOÍNA MIYARES…
EN PRESENTE Y FUTURO
Texto y foto: M.Sc. MIGUEL A. GAÍNZA
CHACÓN
Unión eterna |
Santiago de Cuba,
julio 29.- No busco
llegar hasta la Eloína Miyares Bermúdez creadora, junto a Vitelio Ruiz
Hernández, del Diccionario Básico Escolar o el Léxico Activo Funcional del
Escolar Cubano ni a la Dra. Honoris Causa ni a la Heroína Nacional del Trabajo
de la República de Cuba ni a la brillante conferencista sobre temas
lingüísticos.
Quiero encontrar, aun después de su adiós el pasado 26 de
julio, a la mujer sencilla, a la madre ejemplar de vientre fecundo, que trajo
al mundo ocho hijos, de estos tres pares de mellizos, y que fundó con Vitelio
una familia paradigmática.
Esta tarde hay polémica en el patio de la casa de calle 8
esquina a 7, en Vista Alegre. Unos hijos dicen que las piezas de repostería eran
de la dulcería de Ferreiro y que ellos mismos las buscaban casi al amanecer;
otros afirman que debieron ser en almíbar y hechas por la propia Eloína.
El trabajo y el amor: la divisa principal de Eloína y Vitelio |
No reparo en ese detalle. Es más importante que en 1967 y
principios de 1968 en esta casa donde estoy hoy para hurgar en la vida de una
cubana excepcional, Eloína, tan amable y servicial que nos dejaba sin habla, se
aparecía siempre con dulces y limonada bien fría para nosotros.
Llegábamos allí dos o tres becados de la Tecnológica Antonio
Maceo, llevados por Oscarito, con los años el entrañable e inolvidable Oscar
Ruiz Miyares, el Monstruo. Ni recuerdo cómo empezó la amistad. Él no era alumno
de la “Maceo” pero nuestros albergues estaban en Vista Alegre y quizás nos unía
el mismo encanto por The Beatles, Los Fórmula V, Leonardo Fabio… Siempre cantaba “Hoy corté una flor…” pero
las guitarras las poníamos nosotros.
Tampoco recuerdo si a Eloína y a Vitelio les gustaba lo que
tocábamos. Ahora sé que los padres de Oscarito eran adictos a la música y no
parecía molestarles la cantaleta que formábamos. Pero a sugerencia de Oscar y
para no importunar, trasladamos el escenario de las actuaciones de la sala al
patio, al cual teníamos acceso por un pasillo lateral de la casa.
Cuarenta y ocho años después vuelvo al patio. Faltan para
siempre Oscar y Pepín, pero Vitelio Manuel, Raúl, Jorge, Daniel y Leonel me
ayudan a reconstruir la imagen de Eloína. Francisco (Pancholo), médico, está en
Qatar. En la saleta dormita Vitelio, el padre, quien por teléfono y con voz
cortada había dicho: “Estoy derrumbado”.
LA GUÍA CERTERA DE
MAMÁ
“De nuestra madre,
nosotros siempre hemos tenido una influencia enorme, tanto de ella como de mi
papá, Vitelio Ruiz Hernández, en cuanto a la formación dentro del ámbito de la
ética, moral, la disciplina… Se nos dio siempre un seguimiento en el aspecto
cultural, en nuestra superación profesional; en cuanto a la solidaridad, a la
hermandad. Todos somos profesionales pero ninguno cogimos una misma carrera universitaria.
En el contexto familiar existen médico, abogado, ingeniero, historiador,
filólogo… Y cada uno tuvimos la guía certera y muy atinada de mamá. Me gradué
de abogado, en la especialidad de Fiscal Militar. Muy atinadamente esa
disciplina, esa pre…ocupación constante por cada uno de nosotros nos ayudó.
Ella nos hacía partícipe a todos de su obra, nos pedía criterio, escuchaba
opiniones, asumía nuestras acotaciones, las analizaba y decía ‘tú tienes
razón’. Y lo sobresaliente es que no se circunscribió solo a criarnos sino que
aportaba su granito de arena a la sociedad, no solo santiaguera sino nacional,
en la especialidad de lingüística, del magisterio, la pedagogía.” (Vitelio
Manuel)
SIEMPRE SE RESPIRÓ EN
CASA EL PATRIOTISMO
Una pareja emblemática |
“Quisiera hacer
énfasis en dos cuestiones: en primer lugar, la rectitud, la proyección y la
visión de mi mamá sobre la perspectiva de cada uno de sus hijos en el estudio.
Ella siempre nos exigió con fuerza pero también con ternura. Era una persona
muy amable; tenía el don del convencimiento pero con mucho cariño. Era una
madre protectora para todos. Y también sobre cómo proyectarnos como hombres de
bien de la Patria y del mundo. Siempre se respiró en esta casa un espíritu de
patriotismo; un espíritu de cultura… cultura que se fue cultivando en la
memoria de todos nosotros, a partir de algo muy sencillo: las narraciones que
hacía cuando se iba la corriente eléctrica en los años 60, 70, y nos reuníamos
y ella contaba Las Mil y una Noches, Simbad el Marino, las novelas de William
Shakespeare… y luego en las librerías, en las enciclopedias aquí, buscábamos
para conocer las interrogantes que mi mamá dejaba abiertas. Eso nos fue
fomentando la cultura y el interés por la investigación; el interés por conocer
el mundo más allá de lo que está cercano a uno. Y en gran medida, esa cultura
que hoy tenemos se lo debemos a ella, a mi papá, pero fundamentalmente a ella,
porque siempre nos incentivó el conocimiento a las humanidades. Y soy maestro
gracias a ella y a mi papá. Yo era un poco díscolo… repetí sexto grado. Y ella
previó que me iba a casar joven y me puso en la Formadora de Maestros Frank
País y me hice maestro, y luego me hice historiador gracias a ella, por esa
visión de futuro que tenía. Era una persona
que siempre supo orientar la educación de sus hijos … con mano fuerte y a la
vez con ternura.” (Raúl)
UNA EXPERIENCIA
MEMORABLE
“Mi mamá, desde que éramos pequeños, nos enseñó a través de
sus cuentos. Ella seguía una tradición oral que según su referencia le venía de
su papá, de Manuel Miyares. Nos llenó nuestra niñez de unos cuentos
fantásticos. Era una experiencia memorable sentarnos todos por las tardes,
alrededor de ella, y lo mismo era Aladino, Simbad… Ella tenía una gran
habilidad para recitar. Crecimos con todos esos poemas de Martí. De mi mamá se
puede escribir mucho. En este momento doloroso a nosotros nos reconforta
escuchar, leer cómo la gente se refiere a Eloína Miyares. Tengo un recuerdo en
particular: estábamos en una Escuela al Campo, en Veguitas, en los sesenta y
tantos. Estábamos mi mellizo, Pepín, y yo. Era domingo, llegaban los padres.
Papá estaba viajando y ella no llegaba. Estábamos un poquito triste. De repente a lo lejos llega un camión, se
levanta una polvareda, y cuando se fue aplacando el polvo apareció Eloína Miyares…
ya casi de noche, cuando los padres comenzaban a retirarse pero ella llegó. Era
así. Tenía otras cualidades pero la primera es que era madre amantísima de sus
hijos. Nos quería entrañablemente y eso mismo la fue curtiendo. La vida le
deparó muchos golpes pero se sobreponía a las dificultades, a las tragedias…
tuvimos tragedias familiares. Pero nos enseñó a sobreponernos, y siempre con
cariño, con candor; es inolvidable su sentido del humor, su sonrisa, su
alegría, su amor por la música. Nos enseñó a amar la música, igual que mi papá,
tanto popular como clásica. Y nos enseñó algo muy especial: a ser santiagueros.
Ella nos enseñó a adorar esta ciudad.” (Jorge)
TENÍA A SANTIAGO EN EL
CORAZÓN
Eloína con una de sus obras cumbre |
“Abarcar todas las
cosas de Eloína Miyares en una sola conversación es muy difícil. Pero si algo
yo quería resaltar era lo referido a Santiago de Cuba. A mi mamá le podían
hacer cualquier oferta para trabajar fuera de la ciudad… Yo recuerdo un ofrecimiento a ella y a mi papá para
mudarnos para La Habana, por un trabajo que debían realizar. Y ella no quiso.
¿Ud. sabe por qué? Porque tenía a
Santiago de Cuba como algo muy particular. Si veía noticias en la TV
enalteciendo logros, a ella le parecía que no era suficiente… quería tanto a
nuestra ciudad que cualquier homenaje que se le hiciera a Santiago a ella le
parecía poco. Y eso no es más que el amor que sentía por su tierra. También eran proverbiales su perseverancia y
su visión para con sus hijos. Cuando yo estaba en los Camilitos…yo siempre
canté pero necesitaba ayuda de otro compañero con la guitarra. Y antes de irme
para la Unión Soviética ella me exigió que aprendiera a tocar guitarra. Después
me convertí en un trovador canto y me acompaño gracias a la persistencia de
Eloína Miyares Bermúdez. Yo fui militar, me gradué y todo, pero al final me
convertí en un cantante. Mamá era
extremadamente dulce. Cualquier cosa humana le hacía brotar las lágrimas. Y
además, todo lo que hizo lo llevó a cabo con un total desinterés. Simplemente
quería, que el prójimo, su barrio, su ciudad, su provincia, la Nación, incluso
más allá de sus fronteras… todo lo que ella concibiera individual o
colectivamente, fuera para el provecho del ser humano.” (Daniel)
DEDICACIÓN TOTAL A LA
FAMILIA Y AL TRABAJO
“Mamá y papá son paradigma, ejemplo no solo para nosotros
sino para muchos investigadores, para muchas personas, por la dedicación total
a la familia y al trabajo, a la educación en el hogar, que es lo más
importante; marcaron pauta, al hacer estudios en todas las vertientes de la lingüística.
Empezaron por la fonética, después el léxico, luego la ortografía; tuvieron
resultados palpables y divulgaron la parte científica, la docencia. Papá funda
el Centro de Linguística Aplicada en enero de 1971; mamá se incorpora dos años
después y yo de forma casual, pues necesitaban un ingeniero en computación.
Entré, hice el sistema computacional con más de 700 000 palabras del Léxico
Activo Funcional del Escolar Cubano, diccionario electrónico, el sistema para
sordos e hipoacúsicos… ahí nació la lingüística computacional en el Centro. Y
como mami y papi me enseñaron a no ser absoluto digo que creo que ahí comenzó
la rama de la lingüística computacional en Cuba. Y ahora más que nunca no puede
dejarse caer el batón. Ahora, con su ejemplo, hay que seguir adelante, con más
cohesión.” (Leonel)
IMPRESIONANTE LA UNIDAD
FAMILIAR
“Yo llegué a esta casa muy jovencita y lo que más me
impresionó desde el principio fue la unidad familiar; cómo Eloína mantuvo
siempre esta unidad entre los hermanos, que eran varios y con sus diferencias.
Nuestros hijos son iguales y es por ese ejemplo. Esa mesa se llenaba: los siete
hermanos, las siete nueras, los 14 sobrinos. Ella hacía que el espacio diera
para todos y montaba un campamento. Y todo el que llegaba debía ser agasajado
fuera de la familia o no. Era una cortesía. Ella disfrutaba eso aunque el
recién llegado fuera de la familia o no.” (Alicia, la nuera)
NUEVE HOMBRES SE INCLINAN
Ocho hermanos y Vitelio, el esposo: nueve hombres y ella la
voz superior, en Gallo, entre San Mateo y San Antonio, donde vivían. Eloína
asignaba tareas: Vitelito y Oscar, fregar; Pancholo, recoger la mesa… Luego, en
Vista Alegre, igual: lavar, buscar los
mandados. Los mayores con el papá al mercado a comprar víveres.
En las cuestiones domésticas, los hijos tenían que ayudarla
porque ella era sola. Vitelio estudiando en España… Entonces asumía el trabajo del esposo en la
Universidad. Hacía sus turnos de clase y luego impartía clases a los grupos de
Vitelio. Era lógico que los muchachos se encargaran de tareas domésticas.
Pero el esfuerzo de Eloína parecía no tener límites.
Trabajaba el día completo, y por la noche daba clases en la Facultad Obrero
Campesina.
Hijos del matrimonio Eloína Miyares Bermúdez y Vitelio Ruiz Hernández |
Los hijos hacían un juego de palabras Eloína-Heroína. De
niña pasó trabajo pero el tesón fue superior y se hizo maestra normalista.
Vitelio va a La Habana a hacerse Dr. en Pedagogía, pero ella no puede
acompañarlo porque a los nueve meses de casarse nacieron Oscar y Vitelio
Manuel; trabaja y estudia, se hace Licenciada en Letras en 1971, después
Doctora; por las madrugadas estudia ruso.
Además de Vanguardia Nacional en siete ocasiones y
prominente federada y cederista y de sus colectivos del barrio en esas
organizaciones; militante del Partido muy activa, el currículo profesional de
Eloína es simplemente muy extenso: una
treintena de cursos y seminarios nacionales a maestros y profesores sobre el
amplísimo campo de la lingüística; talleres; decenas de proyectos desde 1966
hasta la actualidad, sobre ortografía, léxico, los morfemas en el sintagma
nominal, psicolinguística, Diccionario Escolar Computarizado, Léxico Activo
Funcional del Escolar Cubano; Diccionario Básico del Español Caribeño, versión
electrónica del Diccionario Básico Escolar…
A lo precedente se suman decenas de publicaciones desde 1966
hasta la actualidad, incluida la ortografía técnico práctica, cursos a
locutores y actores de radio y TV, y la lingüística aplicada en Cuba y en otros
países de América, Europa, y por extensión decenas de premios, medallas,
órdenes…
Eloína Miyares Bermúdez deja una
impronta indeleble en el campo de la pedagogía y como investigadora del Centro
de Lingüística Aplicada, en Vista Alegre, porque su vida estuvo consagrada al
mejoramiento del idioma y por ende de la cultura popular.
Santiago de Cuba, agradecida, le
otorgó el Escudo de la Ciudad. Pero en verdad fue recíproco el reconocimiento,
pues de Eloína son estas palabras dichas en una ocasión a la periodista Aída
Quintero:
”Santiago de Cuba es para mí la
vida… Adoro todo cuanto tenga que ver con Santiago: su paisaje, los niños, los
peloteros, los artistas, su historia extraordinaria, y nuestro pueblo con
su carácter, su alegría … Hasta comerme un mango de bizcochuelo es especial
para mí… Me estimula ser santiaguera, vivir, crear aquí, y las muestras de
cariño que he recibido como reconocimiento a mi obra, que es también de
Vitelio, mi compañero en la vida y el trabajo.”
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