Bali y más de un siglo
en San Benito
del Crucero
M.Sc. Miguel
A. Gaínza Chacón
Fotos: René
Pineda
Santiago de Cuba,
abril 8.- Además de
la línea férrea que le pasa por un costado, el barrio rural de San Benito del
Crucero tiene entre otras particularidades, ser un vecindario pintoresco de
casitas empotradas en la campiña, que el tren convirtió en punto neurálgico de
la comarca, cuando se deja atrás, a varios kilómetros, la localidad de Alto
Songo, distante unos 35 kilómetros de esta ciudad.
También, en San Benito hay mucha gente trabajadora y siempre
alegre, y por encima de todo está Bali, personaje venerado por familiares y
amigos… un auténtico y peculiar cacique.
Y es que usted deja a un lado la cinta de asfalto con su
línea del tren que la interrumpe, llega a la finca Santa Rosa, en San Benito, y
a lo mejor nada particular habrá en que se tope con este viejo campesino,
diminuto en tamaño, y oírlo decir mientras se empeña en acondicionar con la
azada el conuco de su propiedad:
Hasta ahí todo es normal. Pero si a usted le dicen que Bali
acaba de festejar con ron, baile y familia sus primeros 105 años, entonces la
cosa cambia.
Alberto Castellanos Torres, o mejor: Bali, nació por estos
montes de la finca Santa Rosa, el 19 de marzo de 1909. De niño y adolescente
solo conoció el trabajo de la tierra, rudo y emancipador, y sinsabores vinculados al campesino, que él
atenuaba con sus expediciones infantiles a campo traviesa, detrás de mil
animales terrestres y alados, o cuando encontraba un frutal bien parido.
Con la experiencia de medio siglo a cuestas, infirió que el
triunfo de la Revolución, tres meses antes de él cumplir 50 años, era algo
diferente a lo vivido en su monte. Y no lo pensó más para incorporarse al Bon
de Apoyo de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), cuando la invasión
por Playa Girón; fue fundador de las Milicias de Tropas Territoriales (MTT) y
de los Comités de Defensa de la Revolución…
La caña, que prolifera por esta zona, era su “fuerte”,
debido a la habilidad adquirida como cortador, desde el gobierno de Grau San
Martín, aunque consagró su vida no solo a la “dulce gramínea” sino a las
labores agrícolas en general, y muy importante: a seis décadas y media al
matrimonio, de ahí sus 13 hijos, 29 nietos, 26 biznietos y tres tataranietos.
La Medalla Jesús Suárez Gayol, otorgada por la Central de
Trabajadores de Cuba (CTC) aparece entre los reconocimientos que Castellanos
Torres ha recibido, aunque lo que más mérito tiene para él es el cariño de
quienes lo rodean: de Irene, con quien se casó cuando ella tenía 30 años, hace
más de 60; los vecinos, los amigos, y sus hijos “que lo único malo que tienen,
es que no quieren dejarme hacer nada en el conuquito… con lo bien que yo lo
atiendo”.
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