Ramón Pardo: Teatrista
y
santiaguero, siempre
Pascual Díaz Fernández
Santiago de Cuba, agosto 23.- A Ramón Pardo jamás se le vio
desalentado ante las dificultades. Batalló hasta que, vencido por la
enfermedad, cayó definitivamente el pasado 6 de agosto de 2014 en Santiago de
Cuba, la ciudad que lo vio nacer el 19 de octubre de 1954 y que recibió el
influjo de arte, su trabajo y sus esperanzas.
Desde niño se vinculó a las lides teatrales. Al graduarse de
la Escuela de
Letras, en la Universidad de Oriente, en esta ciudad, Pardo se incorporó al
grupo Guiñol Santiago del cual fue asesor, y director artístico y general.
Son suyas, entre otras, las obras El disco del Sol, Campero y, la más popular, Bibí,
de David García, así como Gladiola, la
maga de las zanahorias de la autoría de Ramón, con las que obtuvo
premios en festivales de teatro para
niños y en el concurso Máscara de Caoba.
En el teatro
dramático, el fallecido artista obtuvo premio con El Pacto, en el Festival
de Espectáculos Unipersonales, y mención con Week end en Bahía, en el Máscara de Caoba.
En su interés por el teatro musical realizó espectáculos
como Calibar show, con el grupo Calibán Teatro y De copla a copla, con el
colectivo creado por él, Teatro Afore.
Escribió Lo que Natura nos da: piña, mamey y zapote, que fue premio del Festival de Teatro de
Relaciones en 1987.
Con Teatro Gestus puso en escena La cena de los miércoles, y El caballero de Pogolotti. Escribió
para la radio programas muy populares como El
cochero del sol, para niños, en la
emisora CMKC.
Fue el Presidente del
Consejo Técnico Asesor de la Dirección de Cultura que
validó el Festival y Concurso Máscara de Caoba. Sus conocimientos teóricos y
prácticos le valieron para que impartiera cursos de dirección, producción, guión de
espectáculos y teatro para niños, en el
Centro de Superación para el Arte y la Cultura. Al morir, le habían otorgado la Placa Conmemorativa
José María Heredia y era miembro de la
UNEAC.
Amaba el teatro en todas sus formas y manifestaciones. Creía en el carácter moral del teatro, en su
función ideológica. La nación ha perdido
a un creador infatigable, un
teatrista íntegro y un cubano profundo.
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