domingo, 28 de diciembre de 2014

Un Taller que desde su creación es una escuela del grabado y más



Impronta de un maestro que
vive en la promoción del grabado 

Texto y fotos: M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón

Santiago de Cuba, diciembre 28.- Entre quienes con más vehemencia defendían el grabado en Santiago de Cuba se encontraba el maestro José Julián Aguilera Vicente. Pero no solo esta manifestación de las artes plásticas, sino todas.
Y en su “cuartel general” en los bajos del edificio Turquino de la Avenida Garzón, que entre él y sus hijos acondicionaron con tanto empeño, nacían uno tras otro, proyectos artísticos, o eran apoyados aquellos comunitarios “para embellecer el alma y la vista de la gente”, como decía el entrañable Aguilera.
El Taller Aguilera ya no está en el sótano del “Turquino”, y físicamente tampoco está el maestro. Pero nada ha cambiado en las proyecciones, solo el escenario, al decir de Joel, Carlos René y Josefina, los tres hijos de José Julián.
“La principal función del Taller siempre fue la promoción del grabado; somos un grupo familiar que aunque trabajamos en conjunto cada cual hizo y realiza su obra personal, con su propio estilo, lo que ha sido muy sano. Formamos un grupo de grabadores que aboga por la especialidad en la ciudad y por extenderla a todo el país.
“Nuestra principal función como hijos y como herederos de esto que nos legó el viejo es continuar precisamente su obra. Tenemos la obligación moral, artística y sentida de continuar su legado, sobre todas las cosas. ¿Cuál? Este que ya mencionamos, esto que creó él desde los años 80, que nos fue preparando y uniendo, siempre en función de hacer arte y de dar arte, porque eso retribuye mucho. Y papá tenía una premisa de que había que trabajar todos los días. Y todos los días trabajamos.”
Para hacer realidad los postulados del maestro Aguilera, sus tres hijos asumen los proyectos. Se mantiene “Arte Soy entre las Artes”, “Para colorear el corazón”. Y si en Garzón algunos proyectos en comunidades, escuelas, el “Quiquiriquí” de Angelina Prada, del Contingente Juan Marinello; el de las calles y sus nombres, de Sara Inés; el de Cedeño, “Caridad Pineda inmemoriam”, y la colaboración con la Academia, con la Fundación Caguayo, el Taller Cultural, la Casa del Caribe, la Oficina del Conservador de la Ciudad, a la UNEAC… todo eso se había detenido porque el local ya era muy pequeño y tenía pocas condiciones, en estos momentos, en esta plaza que tenemos en Avenida Manduley # 203, entre 7 y 9, en Vista Alegre, en esta casona funciona nuestro “cuartel general”.
De izquierda a derecha: Joel, Josefina y Carlos René
 “Afortunadamente, nuestro padre tuvo la dicha de verlo, de disfrutarlo: lo vio trabajando. Nunca hemos cerrado ni siquiera después de su muerte. Continuamos trabajando, pero como al local aún le faltan algunas condiciones, y parte de las obras se tienen que terminar, y afortunadamente estamos insertados en el plan del 500 aniversario… cuando ya se termine la obra y oficialmente se socialice el Taller, entonces ya todos esos proyectos se van a reincorporar.
“Tenemos idea de hacer peñas literarias; ya invitamos a la artistas Vivian Lozano, una grabadora importante que tiene experiencias con los niños a que trabaje con nosotros. Nuestro padre tuvo la lucidez de dejar todo sugerido, porque él no mandaba, el sugería.”
Por lo tanto, cambió el escenario pero el Taller mantiene el rumbo. Joel queda al frente de todo lo que es grabado; Carlos René es el gestor artístico, y Josefina continúa en la representación del Taller. 
Lo esencial, es seguir trabajando para la comunidad, como es el caso en Vista Alegre, donde el “Aguilera” quiere insertarse en las escuelas, en centros de la enseñanza especial, en un hogar de niños sin amparo familiar, en el Palacio de los Pioneros, en la “Clodomira Acosta”
“Vamos a diversificar el trabajo pero sin perder nunca lo principal: la creación artística de los integrantes y la promoción del grabado, que es legado de nuestro padre.”
Explicaron que en casi todos los 90 se empeñaron en el rescate de la litografía (grabado sobre piedra) en Santiago de Cuba, que ya tenía una tradición, pero dificultades reales la echaron a menos; ahora en el “Aguilera” se van a impartir cursos a partir del primer semestre de 2015, lo que se anunciará. Pero otro mérito del Taller es que rescató el movimiento de litógrafos, que existe hoy y la primera expo personal de litografía que se hizo en Santiago de Cuba la hizo Joel.
También se dijo que se va a trabajar la base de la xilografía (grabado en madera) y va a convocar a un evento de esa técnica que cultivaba José Julián y en la que fue reconocido. Y Carlos René, graduado en el ISA en la especialidad, y que ha aprehendido en otros talleres en Cuba y el extranjero, trasmitirá esas experiencias en cursos.
Destacaron Josefina, Joel y Carlos René el respaldo personal de la Dirección del Partido y del Gobierno en la provincia, en apoyar el cambio de local para el Taller. Y Aguilera, importantísimo artista de Santiago, el país, y del mundo porque su arte era respetado en muchos países, falleció con el agradecimiento por el apoyo que recibió y con  la satisfacción de ver el Taller funcionando.
La institución familiar que legó José Julián a la posteridad fue otra de sus obras cumbre. Fue su principal regalo a la cultura santiaguera, en particular, y cubana en general. Y no pocos califican como una obra de amor, de solidaridad la ayuda recibida en el territorio. Por eso crece el valor de los convenios de trabajo con diversas instituciones, con el Departamento de Grabado del ISA, en La Habana; con la Fundación Ludwing, el Taller de la Plaza de la Catedral, la Sociedad Gráfica de Cienfuegos, con el “Estate”, de Belquis Ayón; los talleres de Bayamo, de Manzanillo… los bayameses van a hacer un evento con el nombre de Aguilera… en fin, “la comunicación horizontal” como quiso el maestro Aguilera, para todos y con las posibilidades del nexo, por ejemplo de Carlos René, en otras zonas de Cuba y en Italia, Francia, Estados Unidos, México, República Dominicana, “que Santiago sea una gran esponja que lo absorba todo”. Y con ese fin se aprovechan los contactos de sus auténticos hermanos del Taller Cultural, Tamayo, con la Fundación Caguayo y Lescay…
Por eso rumbo marcha el Taller Aguilera, ahora en “Manduley”, en Vista Alegre. Por sus pasillos y amplios cubículos; entre máquinas y pinturas terminadas o por concluir, y para suerte de Joel, Carlos René, Josefina y Santiago de Cuba, la impronta de José Julián está allí: incansable, previsora para todo el que ama del arte.

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