MURIÓ JULITA

M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón

Instintivamente,  dejé a un lado lo que estaba redactando. Siempre estas noticias conmueven, y jamás dejan de ser cruentas, apabullantes, demoledoras. El mensaje fue breve, como para escudarse en la sorpresa: Gaínza, murió Julita.

Dolor inmenso. Ante mí una obra de arte de Chicho, convertida en diploma hermoso: el Premio Gloria Cuadras de 2002. El cuadro domina la breve sala de mi hogar, y la firma también lo hace: Julia Cleger Bartú, presidenta de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

Julita fue una buena periodista. Empezó jovencita, en el Sierra Maestra... Casi todos los periodistas orientales, y de muchas otras provincias, pasaban de algún modo por el “Sierra”. Hizo Revolución en los CDR, y estuvo en la radio y en la TV, hasta que llegó a la presidencia de la UPEC en Santiago de Cuba.

Muchos la recuerdan más que por su obra periodística por su carácter afable y siempre atento ante el reclamo de algún compañero.

Acuñó una frase sencilla, que convirtió en suya por la naturalidad cuando la usaba: ¡Qué dice, colega!

Julita alcanzó prestigio por su trabajo serio, profesional. Primero, como periodista; luego, al frente de la UPEC en Santiago de Cuba.

Nunca se detuvo. Herida seguía trabajando con mil esfuerzos y siempre vinculada a la profesión. Estuvo en el Congreso de la UPEC más reciente, que para ella fue el último. Pero su salud quebrantada apenas le dio tiempo en la reunión. Me consta que amó profundamente a la Revolución e hizo todo lo que estuvo a su alcance para defenderla en cualquier tribuna.

Hace menos de una hora, cuando declinaba la tarde de este 24 de noviembre de 2011, la voz del otro lado del teléfono me trajo la noticia precisa, concisa, como para hacer honor a Julia en su condición de periodista: Gaínza, murió Julita.

Lo siento infinitamente, porque la admiré como colega y por su empeño al frente de los periodistas santiagueros. Al menos me queda entonces, en esta hora postrera, la satisfacción de haber sido su amigo... siempre.